miércoles, 18 de junio de 2014

Aduanas para Dummies: la pesadilla continua

Cuando la Administración quiere conseguir algo, utiliza lo que se llaman técnicamente "políticas", es decir, un conjunto de medidas, reglamentos o protocolos que pretender favorecer la consecución de un determinado objetivo.
En el caso de los derechos arancelarios, o aduanas en sentido genérico, la administración española parece haber optado por una política que podríamos definir como "disuasoria", aunque también podría traducirse por "cómo complicar la vida al ciudadano sin reparar en gastos".
El objetivo evidente de esta política es la de convencer al público de que no merece la pena hacer compras en el extranjero por cuenta propia sino que es mucho mejor hacerlo en España o, en todo caso, por los canales oficiales.
La intención no es sólo recaudar -que sí- sino complicar los trámites hasta el punto de hacerlos tan enojosos que resulten inviables. Además, se favorece a entidades como Correos, Agencias de Aduanas y, en todo caso, se protege a los importadores oficiales de los productos.
La palmaria evidencia de esta política se traduce en el aparente complot entre la Agencia Tributaria y Correos para hacerle la vida imposible al importador particular. Voy a dar algunos datos referidos al estado de la cuestión para que cada cuál extraiga sus propias conclusiones.
Correos, en contra de lo que determina la Ley, se dedica últimamente a despachar por su cuenta los paquetes de pequeña cuantía que son retenidos por la Aduana. Eso significa que, sin contar con el destinatario, presentan el DUA correspondiente a la Agencia Tributaria y liquidan los derechos. Naturalmente, el usuario recibe en su casa el aviso de que todo está hecho aunque, eso sí, a cambio de los honorarios correspondientes. "¿He autorizado yo esto?" se pregunta sorprendido el incauto. No, pero da igual, y como las cuantías son pequeñas (exceptuando los derechos de Correos) el interfecto termina por aceptar que le hayan hecho la gestión y que le cobren lo no solicitado ante la perspectiva de tener que ir al Aeropuerto, deshacerlo todo y perder más tiempo.
Esto, más o menos, podría llamarse una sutil  coacción, pero no acaba ahí la cosa. Si pese a todo, el destinatario decide reclamar, tendrá que ir a correos, esperar una cola que llega hasta los confines de Mordor y pedir por escrito la anulación del DUA que se ha presentado sin su autorización lo cual, naturalmente, conseguirá a cambio de esperar algunas semanas hasta que los diligentes funcionarios de Correos -que no están muy motivados para perder honorarios- soliciten -lentamente- a  Hacienda la anulación de la declaración aduanera que nunca debieron haber realizado.
Cuando el desesperado importador recibe por fin el nuevo aviso, tiene que acercarse otra vez al Aeropuerto para liquidar el DUA, para lo cual, tras recoger la documentación en Correos, tiene que ir a la Agencia Tributaria que se encuentra cerca. Lo primero que uno ve allí es un enorme cartel en cada ventanilla donde se informa que la Agencia no recibe pagos en metálico. Y resulta extraño porque la administración, en general, ha llevado a cabo una política que consiste en facilitar el pago de cualquier tributo en cualquier parte y de cualquier manera, desde una multa hasta una tasa por aparcamiento, en dinero o con tarjeta. Al que paga, puente de plata. Menos aquí.
Hay que pagar en una sucursal bancaria pero como la que había en el mismo edificio les debía parecer un fallo escandaloso del sistema, la han cerrado, de manera que hay que acercarse a Madrid, a la Alameda de Osuna o al Aeropuerto, a pagar la liquidación. Y eso ya no se puede hacer andando sino que habrá que comprobar lo poco práctico que resulta encontrar aparcamiento en esos sitios a tan temprana hora.
Liquidados los derechos en el Banco correspondiente, hay que volver a la Agencia para que sellen el acto administrativo con el que se retirará el paquete en correos.
Allí nos esperará el frustrado funcionario a quien no pagamos sus honorarios por el despacho y que, en castigo, nos recibirá con otro cartel donde se dice que los 5,34 euros que hay que pagar por el malhadado factaje, sólo pueden ser abonados en metálico. Todo se puede pagar de cualquier manera, menos el factaje que, a lo que se ve, debe ser algo sagrado que solo admite billetes y monedas. Podían ponerse de acuerdo entre Correos y Hacienda sobre medios de pago pues uno no admite metálico y el otro sólo metálico. Muy coherente.
Bien, así son las cosas al día de hoy. Que cada uno reflexione sobre los hechos, a qué obedecen y que extraiga las consecuencias que correspondan. Por mi parte, sugiero no rendirse jamás ante los abusos de correos, discutir siempre sus actos realizados a espaldas del destinatario y presentar hoja de reclamación por la pésima atención y servicio que, sin duda alguna, perpetran para disuadir al cliente de que haga los cosas por sí mismo. Sólo así se explica que la inmensa cola que se forma para resolver estos problemas esté atendida por un sólo funcionario que, además, no parece tener mucha prisa mientras que, al lado, un nutrido enjambre de ellos pulula sin aparente ocupación.
Pero para que no se diga que no me preocupo por el futuro de esta política disuasoria, yo sugiero a los poderes públicos mejorarla de la siguiente manera:

a) Trasladar el despacho de aduanas de Correos a las afueras de Madrid, por ejemplo, a La Coruña
b) Instalar el servicio en una isla, para que resulte cómodo aparcar cerca.
c) Hacer que la sucursal bancaria autorizada más cercana esté en Cádiz y que no admita más medio de pago que los Zlotys polacos.
d) Disponer un único funcionario para la atención al público de toda España, de manera que se garantice una espera mínima de tres días a la intemperie.
e) Ofrecer un teléfono de atención al público servido por una momia incaica.
f) Obligar al destinatario a llevar durante un mes un brazalete amarillo con el Logo de Correos para mofa y befa del público.





martes, 17 de junio de 2014

Las Cinco Grandes. Nº 2: Parker Snake 1906

La Parker Snake es, más que una pluma, una leyenda. Quizá la más famosa de las ediciones limitadas de Parker, salió al mercado en 1906 bajo el número 37 (versión en plata) y 38 (versión en oro). Los ojos de la serpiente estaban hechos de cristal y no de esmeraldas como ocurría en la versión de 1997 que Parker puso a la venta en una nueva edición conmemorativa de 5.000 ejemplares con un éxito fulgurante.



(Foto: Nishimura)

La Snake era una pluma que se cargaba por cuentagotas y no era demasiado original porque había muchas piezas de la época que se cubrían con filigranas de plata y oro. También había otras plumas que utilizaban el motivo de la serpiente para este recubrimiento y, por ejemplo,  la Waterman de 1889 lo había ensayado con resultados estéticos muy apreciables. Algunos modelos de la Waterman Snake alcanza hoy cifras de venta superiores a los 30.000 euros.



(foto Bernard Bernolet)

Sin embargo, la Parker alcanzó pronto un éxito colosal que, unido a su escaso número de ejemplares, la ha convertido en una pieza famosísima y extraordinariamente deseada.


(foto: Nishimura) 

La pluma, en realidad, es muy simple, como todas las cuentagotas de la época y con sus mismos problemas de fiabilidad y engorroso sistema de llenado. El diseño de la serpiente es, sin embargo, muy logrado, con dos de ellas, una en el capuchón y otra en el cuerpo, rodeando la ebonita de manera muy natural y fluida . El diseño es muy contenido en comparación con otras plumas de la época, lo que le confiere una sorprendente sobriedad y elegancia.El equilibrio entre el negro del cuerpo y la filigrana es también un gran hallazgo estético.

 

(foto Bernard Bernolet)

La versión moderna de 1.997 reprodujo muy fielmente el modelo original salvo en el sistema de alimentación que pasó a ser el ya universalmente extendido cartucho/convertidor. Al igual que su antecesora, la nueva Snake se agotó en pocos días y ha pasado a ser una pieza muy cotizada por sí misma.
Actualmente, una Snake original, si se encuentra, se vende por una cifra de cinco dígitos.

(las fotos son de sus propietarios y solo se muestran a efectos ilustrativos)

lunes, 16 de junio de 2014

Las Cinco Grandes. Nº 1: Montblanc 139

La Montblanc 139 es una de las plumas más bellas y funcionales de la historia de la estilográfica. Comenzó a fabricarse en 1.939 y terminó en 1.951.


(foto: Christoff FPN) 

Hasta los años 20 del S. XX, la industria de la pluma estilográfica estaba, tecnológicamente, bajo dominio norteamericano que había comenzado a fabricarlas en 1.874 bajo la patente de Lewis Waterman. Montblanc era una pequeña empresa  fundada en 1.908 que pretendía aprovechar el mercado interior alemán que hasta entonces se limitaba a importar plumas de  Norteamérica e Inglaterra pero carecía de tecnología propia.
Hasta 1.914 aproximadamente los plumines de oro que Montblanc utilizaba eran importados de los Estados Unidos. Pero Klaus Voss se dió cuenta de que la I Guerra Mundial estaba a la vuelta de la esquina y que sería difícil continuar de aquel modo, así que decidió fabricar los plumines por sí mismo. En 1.913 fundó la Compañía de Estilográficas Germano-Americana y en 1.914 comenzó a fabricar sus propios componentes.
En 1.929, la compañía comenzó a llamarse Montblanc. Por entonces era una compañía que fabricaba plumas de gama baja y, a partir de entonces, comenzó a orientarse hacia productos medios y superiores. Para ello creó la línea Meisterstück que se numeraba con tres dígitos. Las 100 que serían las de mayor calidad, seguidas por las 200 y las 300. El segundo dígito correspondía al tipo de mecanismo de llenado. El 0 eran plumas de seguridad;  el 2, de bomba de succión y el 3 correspondía al sistema de pistón. El tercer dígito correspondía al tamaño del plumín.


(Foto: Christoff FPN)

Durante los años 30 del S. XX, Montblanc fabricaba un celuloide magnífico que solo Omas era capaz de superar. La 139 se convirtió en el producto de mayor categoría de Montblanc quien, pese a las restricciones provocadas por la II Guerra Mundial, consiguió fabricar un producto bellísimo, de celuloide y ebonita, con rasgos art decó que la convirtieron en una verdadera obra maestra.
La 139 se fabricó durante poco tiempo, en parte por la Guerra y en parte por el estado en que quedó Hamburgo tras ella. Con ayuda de los británicos, a quienes correspondía el control de la zona, la fábrica se puso de nuevo en marcha y comenzó una nueva etapa apenas 4 años después del conflicto.
La hoy icónica 149 es, en realidad, una 139 con los extremos redondeados en lugar de planos y con un clip más sencillo. El resto, salvo detalles menores, es idéntico.
Cuando Montblanc puso en el mercado su edición limitada dedicada a escritores, comenzó la serie con una reproducción de la 139 a la que únicamente cambió el celuloide original por una pieza de color anaranjada. Esa pluma fue la Hemingway, probablemene la pluma moderna más valorada.


(Foto: Christoff FPN)

La 139 es hoy una pluma escasa y muy cara, buscada por los coleccionistas en sus variedades más extrañas, especialmente las fabricadas durante la guerra con materiales escasos.
Su precio supera ampliamente los 3.000 euros.



domingo, 1 de junio de 2014

Las "Big Five". Presentación del proyecto.

En Africa se acuñó el concepto cinegético de los "Big Five" o "Cinco Grandes", referido al conjunto de la cinco piezas más difíciles de cazar. y, por tanto, los trofeos más cotizados. Un gran cazador, para serlo, debía haber conseguido los cinco. Se trata del león, el elefante, el búfalo, el leopardo y el rinoceronte. Todos estos animales se encuentran en muchos países del Africa Austral, desde el Congo hasta Africa del Sur pasando por Namibia y Malawi.
He querido trasladar este concepto al mundo de la estilográfica en el cual ya existe un "Big Five" aunque sólamente referido a las grandes marcas americanas: Conklin, Sheaffer, Parker, Wahl Eversharp y Waterman aunque todas estas marcas han tenido un final poco lucido.  Wahl, Waterman y Conklin desaparecieron en los años 50 y, desde los años 1980, Sheaffer y Parker  se parecen poco a lo que fueron.
Pero no es este el momento de llorar las viejas glorias sino de intentar trasladar al mundo de la estilográfica las cinco piezas que cualquier coleccionista querría poseer. Las cinco plumas más difíciles y valiosas que deben formar parte de una colección.
Se trata de una empresa difícil pues hay numerosas colecciones especializadas a las que no interesa en absoluto lo que ocurre en la de al lado. Sin embargo, creo que es posible establecer una especie de Olimpo en el que puedan situarse algunos ejemplares universalmente apreciados y deseados. De eso trata este proyecto.
Aunque tengo en mente algunas candidatas, quisiera poder contar con las opiniones de todos los lectores, de modo que dejaré un tiempo prudencial para ir recibiendo las sugerencias de todo aquel que esté interesado en contribuir y que podrá hacerme llegar de la manera que desee.
Anímense pues, amigos, y piensen en las cinco grandes que formarían parte de su colección si tuvieran presupuesto ilimitado. Se admite todo: antiguas, modernas, caras, baratas. No se trata de elegir las más caras sino las más raras, las más apreciadas, las más difíciles.
Hasta muy pronto.

Prueba: Namiki Custom Impressions


Namiki Custom Impressions Gris-Azulado ca. 1998

Material: Celuloide (Acetato de Celulosa).
Clip: Latón dorado
Plumín: Oro 18K
Punto: Medio
Carga: Cartucho específico Pilot/ Convertidos Con-70
Largo: 146 mm.
Ancho: 150 mm (en el capuchón)
Precio: Descatalogada.

Contexto:

Hasta hace muy poco tiempo, Pilot utilizaba la marca Namiki para ciertas líneas de productos, generalmente asociadas a la gama alta o más selecta. Esto no era siempre así en todo el mundo sino que lo hacía en función de los diversos países en los que distribuía sus instrumentos.
En los Estados Unidos, la gama Namiki se ha asociado hasta hace muy poco tiempo a los fabulosos productos Maki-e y a algunas series especiales, pero también para otros modelos normales del catálogo, como la Vanishing Point o la Falcon que, en otros lugares, se distribuían bajo la marca Pilot.
Pilot comenzó a utilizar la denominación Custom en una gran variedad de plumas sin que exista, que yo sepa, un criterio determinado que las distinga de otras. Se trata de plumas de muy variado diseño y entre las que no hay un común denominador que yo pueda apreciar. Todas son, eso sí, plumas de gran calidad y de gama media-alta. 
En los años 90 del pasado siglo, Pilot comenzó a distribuir, sobre todo en los Estados Unidos, una serie especial que denominó Custom Impressions. Se trataba de un modelo de grandes dimensiones, del tamaño de una moderna 845, que se caracterizaba por estar construidas en celuloide italiano.
la Namiki Custom Impressions se ofrecía en tres tonalidades dominantes distintas: azul, marrón y gris. 
Las Custom Impressions tuvieron un grandísimo éxito entre los aficionados de los USA aunque, sorprendentemente, Namiki dejó de fabricarlas a finales de años 90 y, para colmo, nunca más volvió a utilizar el celuloide en sus producciones.

Presentación.

La Namiki Custom Impressions se presenta en una caja de falso cuero acolchado, típica de Namiki de los años 90. Es un modelo simple pero muy bien fabricado y de agradable tacto. La caja viene recubierta por una solapa exterior de cartulina blanca sin ninguna indicación. La pluma incluía el convertidor y varios cartuchos.

Diseño.

La Custom Impressions es muy parecida, en su estructura básica, a la moderna Pilot 845. Es una pluma de extremos planos. Excepto la boquilla, está íntegramente fabricada en celuloide, incluido el remate superior del capuchón.  Presenta detalles dorados en el clip y arandela que lo sujeta, el anillo principal del capuchón, que aparece sin marca alguna salvo "Japan", y la arandela inferior.




El bellísimo celuloide italiano utilizado por Namiki es de altísima calidad. Se trata de un material multicolor, dentro de la gama de los grises y azules desvaídos. Pero la profundidad y riqueza del laminado permite apreciar muchas gradaciones con ligeros rasgos complementarios extraordinariamente sugerentes en verde oscuro y violeta.



La pluma es muy elegante y esbelta, sin estridencias de líneas ni colores, con un diseño clásico e intemporal. El clip muestra una inscripción vertical con el nombre "Namiki" junto al logotipo de la marca.

Tamaño y Peso.

Se trata de una pluma grande, más larga que una Pelikan M800 e igual que una Montblanc 149. Tiene un grosor notable aunque no llega al de esta última. No obstante, resulta muy ligera gracias al material con el que está construida. Por sus generosas dimensiones, se puede utilizar perfectamente sin necesidad de colocar el capuchón.
El gran tamaño pero contenido diseño de sus líneas, hace que se perciba como un instrumento muy estilizado.




Plumín.

El plumín de la Custom Impressions es el número 10 de Pilot, es decir, el segundo más grande de la gama; el mismo que utiliza la Pilot 912. En nuestro caso, eso sí, la inscripción se refiere a la marca Namiki.
Se trata de un plumín de oro de 18K, finamente labrado con la greca superior típica del fabricante y los siguientes datos: Namiki, 18K-750, 10, M.
Es un punto medio aunque escribe, ya se sabe, escribe como un F europeo.
No es un plumín flexible aunque admite una cierta variación en el trazo si se fuerza la presión en la escritura.


Alimentación:

Como todos los modelos Pilot y Namiki de la época, la pluma se carga por convertidor, sirviéndose del mejor de la gama y posiblemente del mundo, el CON-70 de Pilot. Es un convertidor de gran capacidad que se acciona presionando un botón posterior que acciona una bomba para aspirar la tinta.




La pluma también admite cartuchos específicos Pilot.
El alimentador de la pluma es de ebonita de gran calidad. Está dividido en dos partes bien diferenciadas: una inferior con los aletines y una superior curvada pero lisa que contiene el orificio de respiración.



Carrera Corta.

Pese al tamaño de la pluma, o precisamente por eso, resulta de comodísimo manejo. El funcionamiento es impecable y se pone en marcha apenas tocando el papel con una línea fina pero ininterrumpida y jugosa. Los puntos finos, en general,  no facilitan una escritura rápida pues tienden a secar el trazo en las florituras y los extremos. La Custom Impressions, siempre que se use un buen papel, no lo hace.



Carrera Larga

Después de escribir un rato con ella, se aprecian mucho mejor sus muchas cualidades. Su ligereza hace que la escritura sea cómoda, prácticamente incansable.  El desempeño del plumín es magnífico, sin cortes en el trazo ni dudas en los comienzos. La tinta fluye con generosidad pero sin el mínimo exceso, de manera que las líneas se mantienen invariables.



Conclusiones.

Es una verdadera pena que la Custom Impressions haya dejado de fabricarse porque es un modelo de impresionante belleza e intachable desempeño. Rezuma calidad por los cuatro costados y permite ser usada bajo cualquier circunstancia gracias a su ligereza y autonomía.
Es una pluma elegantísima que capta la atención de quien la mira sin tener que recurrir a ninguna estridencia. Admite todo tipo de uso y requerimiento funcional sin fallo alguno.
El excepcional uso del celuloide que llevó a cabo Namiki con este modelo y su corta tirada la convierte en un fantástico objeto de colección.

A favor: 

Belleza del material con que está construida
Tamaño y diseño perfecto para un uso continuo
Exclusividad

En contra:

No haber adquirido en su día la gama completa...