domingo, 27 de julio de 2014

La Gran Guía (y III): El estado exterior.

La enorme variedad de materiales usados para la construcción de plumas hace muy difícil confeccionar un catálogo general de consejos a seguir a la hora de examinar una pluma para su compra. Cada pluma tendrá sus particularidades. Pero sí es aconsejable hacer un somero repaso de los principales problemas que pueden presentar los grandes grupos de estilográficas por razón de su material de construcción y, luego, un examen final con prevenciones generales. Hay, desde luego, otros materiales posibles, pero los que siguen son los principales que el aficionado novel puede encontrar.

1.- Las plumas de plástico. Ya hemos visto en otro lugar de este blog, los diferentes tipos de plástico que se pueden utilizar, o han venido siendo utilizados, para la construcción de estilográficas. Cada uno de ellos tiene sus particularidades pero los defectos comunes que pueden presentar se refieren, de mayor a menor gravedad,  a roturas, deformaciones o defectos superficiales.
Las roturas son fácilmente apreciables salvo que se trate de las llamadas "hairline cracks" o fisuras micrométricas que suelen aparecer longitudinalmente a partir de los bordes, tanto del capuchón como de la boquilla aunque también pueden afectar a cualquier tipo de tapón. Estas fisuras apenas son perceptibles a simple vista y se descubren mirando con detalle la zona afectada y forzándola muy ligeramente para provocar que la fisura se ensanche y se haga visible.






(foto: FPN)

En las plumas antiguas este tipo de fisuras es muy frecuente y conviene asegurarse de que no existen, teniendo en cuenta que no es fácil deducirlo de una fotografía a menos que el vendedor lo manifieste.
Las fisuras pueden soldarse aunque no siempre será posible eliminar las huellas del pegado. Es una operación que requiere la ayuda de un profesional pues cada material requerirá un tipo específico de pegamento.
Junto con las roturas y las fisuras, el segundo gran problema que pueden presentar las plumas de plástico es la decoloración. Suele deberse a la acción de agentes externos como el sol o internos como  las tintas utilizadas. El primer caso afecta a cualquiera mientras que el segundo afecta principalmente a aquellas plumas en las que el cuerpo está en contacto con la tinta, como los cuentagotas o los sistemas de vacío.




(foto: Munsonpen)

La decoloración no tiene arreglo aunque no siempre constituye un defecto para algunos coleccionistas.
La ebonita mal conservada suele adquirir un color terroso que puede eliminarse puliendo la pieza.

El segundo tipo de problema para este material es que el plástico presente deformaciones. En tal caso, será difícil repararlo pues, aunque se trata de un material teóricamente flexible, no siempre lo admite por ser muy frágil y no puede manipularse sino con extremo cuidado y en todo caso con grave peligro de rotura.

Finalmente,  los defectos superficiales de los plásticos consistirán generalmente en rayaduras que suelen admitir pulimento aunque con extremo cuidado para no desgastar en exceso el material.  Otro defecto común es la decoloración de los grabados, que podrán restaurarse sin dificultad aplicando ceras o colorantes blancos y amarillos.

2.- Las plumas de madera: Pueden presentar los mismos problemas de roturas y microfisuras de las de plástico y, generalmente, con la misma solución.





También pueden sufrir decoloraciones aunque, en este caso, admiten mejor un pulido que atenúe o incluso haga desaparecer el defecto. Es un trabajo a realizar por un profesional.
Si la madera se ha deformado, el problema será más grave porque el material no es flexible.
Un problema específico de estas plumas es la posibilidad de que aparezcan manchas, debido a que la madera es un material muy poroso y, a medida que los barnices y acabados pierden eficacia, pueden producirse este tipo de daños por agentes externos que, si son profundos, no tienen reparación.


3.- Las plumas metálicas. Los defectos más evidentes de estas estilográficas se refieren a abolladuras y a erosiones superficiales. Si bien éstas admiten fácil pulimento y reparación, los primeros son más difíciles de eliminar y, de ser posible, tendrá que llevarse a cabo por un profesional. Si la superficie dañada no fuera lisa sino grabada o con dibujo, la reparación puede llegar a ser inviable.  La solución más sencilla, si es posible, es el cambio de la pieza dañada por un repuesto igual.


(foto: vintagefountainpens)

Un defecto muy común en las plumas metálicas y en general en todas las piezas metálicas exteriores de una pluma es el llamado efecto "brassing" o pérdida del chapado, que deja al descubierto el material base de la pluma, generalmente latón. Esto puede ocurrir por desgaste en todo tipo de chapados en oro y plata. La solución es volver a chapar, lo que tendrá que llevar a cabo un joyero por electrólisis a un coste elevado.
Finalmente, podemos encontrarnos con problemas de óxido y corrosión. Generalmente, admiten limpieza y reparación salvo que la corrosión haya dañado profundamente al metal.

4.- Miscelánea: Además de los defectos específicos apuntados, conviene revisar bien la pluma para examinar lo siguiente:

a) falta de piezas.
b) ajuste correcto de todas las piezas, roscas, palancas y anillos metálicos
c) posible falta de correspondencia entre diferentes piezas de la pluma.
d) existencia de grabados.
e) Caja y documentación original.

Todos estos elementos, de existir o no, influirán en el precio final de la estilográfica, siempre en función de su importancia relativa y de los gustos o premisas del comprador.



sábado, 26 de julio de 2014

La Gran Guía (II): Los sistemas de alimentación

Los sistemas de alimentación modernos son, básicamente, cinco: el pistón, el cartucho/convertidor, el cuentagotas, el sistema de vacío y todos los basados en un saco interior de caucho, cualquiera que sea su sistema de accionamiento.
En realidad, hay catalogados decenas de sistemas de carga, aunque muchos de ellos ya no se usan o son muy escasos. Algunos son extraordinariamente complejos como el Snorkel y el Vac-Fill de Sheaffer, bellos ejercicios mecánicos pero mecanismos muy difíciles de mantener y reparar.



(foto:Rickconner) 

Como ya se ha dicho en otro lugar de este blog,  el sistema moderno mas utilizado es el cartucho/convertidor. Su sencillez, eficacia y versatilidad, lo han convertido en el sistema universal aunque no sea del gusto de los puristas ni de los amantes de los mecanismos clásicos y complejos. Pero es preciso reconocer sus indudables ventajas funcionales para, por ejemplo, viajar sin tener que preocuparse de tinteros ni recargas. Unos baratísimos cartuchos estancos guardados de cualquier manera, harán el milagro de poder disponer de tinta en cualquier parte. Y hoy hay todo tipo de tintas en cartucho.


(foto: Herbin) 

Pero volviendo a nuestra guía, lo primero que deberá saber el comprador es qué tipo de carga es el que lleva la pluma que le interesa y, acto seguido, averiguar su estado. Ambas cosas son sumamente fáciles.
El sistema de carga se averigua examinando el cuerpo de la pluma.

1.- Si es de una sola pieza, habrá que desenroscarlo de la boquilla para ver el interior. Generalmente, se tratará de un cartucho/convertidor o de un sistema aerométrico. También puede tratarse de un sistema de cuentagotas.


(foto: estilófilos blogspot)

2.- Si el cuerpo lleva algún tipo de palanca, el sistema de carga se basará en una bolsa interior que se presiona desde afuera para cargar la tinta. Esta palanca puede ser lateral -con múltiples variantes- o superior, mediante un botón. A veces, no hay palanca sino un simple agujero por el que se introduce una pieza cilíndrica que presiona la palanca interior.  (Se trata del viejo sistema matchstick o, más modernamente, el de la Marlen Vitis).



(foto: allabout.co.jp)

3.- Si no hay palanca pero el cuerpo aparece rematado por una pieza desenroscable en el extremo, el sistema será, generalmente de pistón, de saco accionado por botón, o de vacío.



(pistón de una Lamy 2000. Foto: Antique, FPN) 

Salvo en el primer caso, no debe intentar desenroscarse el cuerpo de la boquilla porque estará sellado.

Una vez identificado el sistema de carga, conviene accionarlo para comprobar que funciona correctamente. Caben dos opciones: que el vendedor nos permita cargar la pluma, generalmente con agua, o en caso contrario, comprobar el efecto de succión. Esto se consigue accionando el sistema y colocando el plumín cerca del oído. Si funciona, se podrá oír claramente el ruido de la succión en vacío o el soplido del aire al ser expulsado del depósito interior.  Los sistemas de accionamiento lento, como el pistón, sólo pueden comprobarse cargando con agua la pluma y observando si operan correctamente.
Otro método visual consiste en observar el saco interior de caucho cuando fuera posible. Si, una vez presionado, vemos que el saco vuelve a inflarse con una cierta lentitud, es que aspira aire. Si no presenta esfuerzo alguno al ser presionado y recupera instantáneamente su posición de reposo, es que no lo hace.



(foto: pentrace) 

Generalmente, los problemas que suelen presentar los diferentes sistemas son:

1.- En los cartuchos/convertidores, que el elemento en cuestión se haya deformado en la zona del emboque y no haga una conexión estanca con el tetón interior. Se soluciona cambiando el cartucho o el convertidor por uno nuevo no deformado. En los sistemas basados en cuentagotas, el principal problema radica en la falta de estanqueidad entre el cuerpo y la boquilla. Esto puede deberse al deterioro de la junta tórica que va entre ambos o a falta de grasa de silicona en la rosca de la boquilla.

2.- En los sistemas de saco interior,el problema puede ser doble: o bien el saco ha perdido sus propiedades en cuyo caso necesitar ser sustituido o bien las palancas están deterioradas o mal instaladas y no hacen el juego necesario para accionar el saco. Ambos problemas tienen muy fácil solución aunque requieren una cierta costumbre. En caso de duda, un profesional lo reparará con un coste muy bajo.

3.- Los sistemas de pistón son robustos aunque requieren mantenimiento. Si no funcionan, suele deberse a que el tornillo sin fin se ha agarrotado o, si éste funciona pero no succiona tinta, a que la junta tórica del pistón se ha deteriorado o ha perdido estanqueidad. En ambos casos, la solución es sencilla aunque, una vez más, es mejor que la lleve a cabo un experto.

¿Hay algún sistema perfecto?. No; todos tienen sus ventajas e inconvenientes. A la belleza de algunos, se une su complejidad, mal acceso y dificultad de reparación. A la sencillez y versatilidad de otros le sigue su carácter anodino. A la comodidad de otros le corresponde su falta de capacidad. Lo ideal, como casi siempre, es probarlo y usarlo todo.




miércoles, 23 de julio de 2014

La Gran Guía (I): El plumín

La Gran Guía pretende ser un manual de campo para el aficionado a las estilográficas, de tal manera que sea capaz de discernir por sí mismo si una pluma está en buen estado o no y qué hacer para repararla calculando su coste. Pero no es un manual de reparaciones, sino una orientación sobre cuál puede ser el problema y cómo habrá de solucionarse lo que a veces implicará la asistencia de un técnico.  Es imprescindible saber identificar los defectos para evaluar correctamente su posible coste de reparación.
La mejor amiga de un estilófilo es una buena lupa con un mínimo de 10 aumentos. Este instrumento le permitirá examinar una pluma antes de adquirirla y descartar aquéllas que no están en buen estado o, si decidimos adquirirla pese a todo, reclamar la correspondiente reducción de precio.
Cuando se trata de plumas antiguas, usar la lupa es obligatorio. En las modernas no tanto porque juega la garantía de la firma; aún así, yo siempre la llevo cuando compro una pieza porque de este modo evito el enojoso trámite de la reparación, el envío a la casa matriz y el retraso en el uso del instrumento. Si advierto algún problema, pido otro ejemplar del mismo modelo hasta que encuentro uno que esté perfecto.
La primera entrega de la Guía se refiere al plumín, elemento esencial de la estilográfica y protagonista de sus virtudes pero también de muchos de sus defectos.

El plumín.

Lo primero y más importante que el comprador debe examinar se refiere al plumín, pieza esencial de la estilográfica y su elemento característica fundamental. Del plumín dependen muchas cosas, el flujo de tinta,  la regularidad del trazo y la suavidad de deslizamiento, entre otras. Aparte de su mayor o menor belleza el plumín -y el conjunto plumín/alimentador- constituye el elemento fundamental que determinará la calidad de la escritura.
Para llevar a cabo el examen esencial, debe utilizarse una lupa de joyero aunque vale cualquiera que tenga, como se ha dicho, un mínimo de diez aumentos y, si es posible, iluminación incorporada.

Para empezar, el plumín debe colocarse frente al observador, con el iridio apuntando a los ojos. A continuación, examinaremos la alineación vertical de los gavilanes.



El anterior esquema -exagerado para apreciar los defectos- muestra en el centro un ejemplo de gavilanes muy desalineados en los que la tinta no fluirá adecuadamente o, en el mejor de los casos, el plumín rascará mucho. A la derecha se ve un ejemplo de gavilanes girados hacia fuera respecto de su eje, lo que, si llega a ser exagerado, también provocará problemas de corte de flujo. El modelo de la izquierda es el correcto.
Alinear los gavilanes no es difícil y puede hacerse con las manos. Antes, hay que asegurarse de cuál de los gavilanes es el desalineado y, a continuación, moverlo hacia arriba o hacia abajo hasta que coincida con la horizontal del otro. Es operación rápida y segura con plumines de oro, Los de acero son más difíciles porque son mucho más rígidos y frágiles.
Los gavilanes girados son más difíciles de reparar. Generalmente, una cierta abertura en la parte inferior será incluso deseable para mejorar el flujo de tinta pero si es exagerada habrá de corregirse. No es operación que pueda hacer el simple aficionado y conviene encargarla a un profesional.




El esquema anterior muestra ahora otro posible defecto: el incorrecto pulimento del iridio. Si los extremos han sido excesivamente pulidos, se puede dar el problema del llamado "culito de bebé" que provoca que la tinta no haga buen contacto con el papel debido a un exceso de redondeado en los extremos del canal por el que discurre. Si es así, deberá procederse a un cuidadoso pulido suplementario para eliminar el exceso de curvatura. El ejemplo de la izquierda es el correcto.
Corregir este defecto no es difícil aunque es preciso ser cuidadoso y cauto. Consiste en pulir manualmente el punto haciendo "ochos" sobre un abrasivo muy suave. Es preciso controlar minuciosamente el progreso y no excederse porque podría llegar a arruinarse el plumín. Ante la duda, ha de pedirse la ayuda de un profesional experimentado.



En el siguiente esquema vemos otro posible problema del plumín: el que se refiere a la alineación paralela de los gavilanes. El canal entre ambos debe ser estrecho y paralelo hasta llegar a la punta donde los gavilanes terminan por unirse suavemente, como muestra la figura de la izquierda. La que está a su derecha es algo inferior porque el canal es siempre paralelo dejando más abertura en el extremo. El siguiente es claramente defectuoso puesto que el canal se abre hacia la punta generando serios problemas de flujo y el del extremo de la derecha lo es también por un exceso de convergencia de los gavilanes en la punta, lo que impide un correcto flujo de la tinta.
Regular el paralelaje es una operación algo más compleja que las anteriores y, aunque puede intentarse por el aficionado, requiere gran cuidado y delicadeza. Mejor dejarla para un profesional.


Lo siguiente a examinar es la posición del alimentos respecto al plumín. Ambas piezas deben estar bien pegadas. Si no lo están, la pluma presentará serios problemas de flujo.
El problema se corrige calentando el alimentador con aire caliente hasta que se vuelva flexible. A continuación, se adosa fuertemente al plumín y se mantienen ambos muy apretados con los dedos hasta que el alimentador se enfría adoptando la forma de aquél. No es complicado pero precisa cierto cuidado y, si el alimentador es de plástico, resultará más difícil.




Por último, la alineación horizontal del alimentador. Debe ser perfecta respecto al canal interior y, por tanto, debe estar en el mismo eje del plumín. Si el alimentador está desalineado, el canal interior no coincidirá con el de los gavilanes y la tinta no fluirá adecuadamente.
La solución es muy sencilla pues el alimentador se inserta generalmente a fricción en la boquilla. Se trata de realinearlo con las manos. Si no es posible, se saca el conjunto de la boquilla, se alinea y se vuelve a meter en su posición correcta. Si el alimentador es defectuoso, no corresponde con el modelo adecuado, o está mal cortado, será preciso cambiarlo.

Todo lo anterior constituye el conjunto de comprobaciones básicas que todo aficionado debe poder llevar a cabo en cualquier estilográfica de plumín descubierto. Muchos de los posibles defectos pueden ser fácilmente reparados por el usuario pero, en todo caso, poder identificarlos correctamente indicará el mejor camino hacia su solución

viernes, 18 de julio de 2014

Presentación: Visconti Voyager Moonlight

La marca Visconti de plumas estilográficas es sorprendentemente moderna. Fundada en 1988 por Dante del Vecchio en Florencia, una de las más bellas ciudades del mundo, cuna de la cultura renacentista y refugio de todas las artes, fue el producto de un aficionado a las estilográficas que un buen día decidió que nadie como uno mismo podía fabricar la pluma perfecta. En apenas diez años, la firma obtuvo reconocimiento mundial por la calidad y extraordinaria belleza de sus creaciones, inicialmente basadas en el celuloide antiguo y, en menor medida,  en otros preciosos materiales rescatados del pasado de la estilográfica como la ebonita, la lucita o el marfil recuperado.



(foto:Visconti)

Junto a la exclusividad de los materiales, del Vecchio apostó por un permanente compromiso con los mejores y mas exquisitos  referentes artísticos del mundo- Una pluma -decía- no debe ser solo un instrumento sino un objeto capaz de evocar otros elementos culturales que la conviertan, además, en una obra de arte.
Por último, Visconti dotó a sus plumas de la tecnología más moderna y precisa como, por ejemplo, el sistema de llenado Vacuum Filler o un mecanizado de los plumines de la más alta calidad a cargo de la alemana Bock.


Hacia 1993 Visconti puso en el mercado la primera Voyager, una preciosa pluma de respetable tamaño que tuvo una gran acogida entre los aficionados y que dio lugar a una larga serie que terminó en 2003, año en que fue sustituida por la Opera como buque insignia de la marca. Hasta entonces, se produjeron muchas variaciones aunque todas tenían una forma muy parecida y unos elementos distintivos perfectamente identificables.
El más evidente de todos es el clip, que hace referencia a la Copa América que se celebró en 1992 y que concluyó con un barco italiano en segundo lugar. El clip simboliza la quilla de un barco atacando una ola y esto explica también, no siendo muy conocido el hecho, el nombre de la pluma.


(foto: chatterleyluxuries)

Básicamente, la Voyager se fabricó en tres materiales: celuloide en su primera época, ebonita y vermeil -como modelo excepcional- y acrílico en su última fase, especialmente la colección Kaleido, una versión más sencilla y barata que carecía del sistema vacuum-filler.
Quizá la mejor y más rica Voyager sea la Aniversario que salió al mercado en 1998 para celebrar el 10º de la marca. Pero quizá la menos conocida sea la que aquí se presenta: la Moonlight.



Se trata de una Voyager en tamaño y diseño estándar aunque resulta un modelo insólito porque Visconti se apartó por primera vez del celuloide para fabricar una pieza en ebonita recubierta de vermeil o de plata.


Además, se vendía en un juego que incluía un espectacular tintero de viaje, famoso elemento que ha llegado a formar parte del imaginario de la firma. Además, se incluía un cuentagotas para rellenar el tintero.


La Moonlight tampoco disponía del sistema Vacuum-filler sino de un pistón accionado por una tuerca posterior metálica de gran originalidad e impecable funcionamiento.


La Moonlight se produjo en dos versiones, una vermeil acabada en oro rosa y otra en plata. De la primera se fabricaron  numerosos ejemplares, al contrario que de la de plata, que resulta más difícil de encontrar.
La pluma que presento es un ejemplar de plata. Fue comprada alrededor del año 1998 y se conserva en magnífico estado pese a haber sido usada.


El plumín es de oro rodiado, menor en tamaño y riqueza que, por ejemplo, la Aniversario, aunque su desempeño es igualmente formidable. El capuchón tiene la particularidad de enroscarse y desenroscarse con una simple vuelta y el recubrimiento del cuerpo deja un pequeño espacio en blanco por si deseara grabar.


La Moonlight es una pluma sobria, pese a la imponente presencia de la plata, de buen peso y consistencia y de contundente belleza . Como todas las Voyager, es muy equilibrada y de tamaño muy cómodo para escribir con ella durante largas sesiones.
Casi todas la Visconti son plumas mangíficas pero las Voyager son, además, inolvidables.


martes, 15 de julio de 2014

¿Existe la pluma ideal?

He aquí una pregunta que suele repetirse en foros, cenáculos, penshows  y demás círculos donde se habla y se trata de plumas estilográficas y que ha dado lugar a ríos de tinta cibernética sin lograr dar con una solución definitiva.
Porque la respuesta es NO. Por la sencilla razón de que las premisas son tan variables que no puede haber una solución simple. Es como preguntar por el coche , el paisaje o el amigo ideal. Cada uno tendrá sus necesidades y sus gustos, los dos factores básicos de cualquier elección.
No olvidemos que la estilográfica, como objeto, aúna dos propiedades: la utilitaria, es decir, una cosa que sirve para algo, y la estética, o sea, algo que aporta un determinado placer contemplativo.
En cuanto a lo primero, es fácil establecer parámetros objetivos que dependerán, no obstante, de cuál sea el uso al que estará destino el objeto. Plumas de viaje, plumas de escritorio, plumas para escribir mucho, plumas para escribir apenas unas notas... Lo primero que debemos hacer es, por tanto, identificar el modo de utilización de la estilográfica. Una vez definido, será relativamente fácil conocer su idoneidad. Por ejemplo:

-Para escribir mucho tomando apuntes: plumas ligeras, baratas, sencillas y de gran capacidad de carga para no quedarse sin tinta en medio de una clase o una conferencia. Dependiendo del tipo de letra de cada uno, se escogerá el plumín adecuado. Letra grande: punto grueso. Letra pequeña: punto fino.

-Para escribir mucho en un despacho: plumas ligeras, de cualquier precio y autonomía puesto que podrán recargarse en cualquier momento. Si se usan a menudo, se escogerán, preferiblemente, las específicas de escritorio por su accesibilidad inmediata y comodidad de uso. Si no, cualquiera que pueda guardarse en un cajón. Atención al clip u otro sistema que evite que pueda rodar y caer de la mesa.


(foto: gopens)

-Para firmar: Plumas de punto grueso y vistoso. Plumas especiales, solemnes, aparentes o prestigiosas, dependiendo del escenario de las firmas. Plumas representativas.

-Para viajar: Plumas ligeras, sencillas y pequeñas, resistentes al zarandeo. Alimentadas por cartuchos de los que se puedan llevar en gran cantidad. Puntos finos o medios para escribir en soportes de fortuna o pequeños diarios.


(foto: Levenger) 

-Para invertir: plumas de edición limitada que no se usan.

En fin, son varios ejemplos, pero creo que bien representativos de la inmensa variedad de supuestos que aconsejarán uno u otro producto.

El segundo factor esencial es el estético.Aquí no hay reglas del mismo modo que no las hay para escoger un compositor o un pintor. Cada uno aportará algo al espectador y coincidirá más o menos con sus gustos y formación estética. Para complicarlo aún más todo, recordemos que los estilos artísticos son dinámicos, o sea, que cambian con el tiempo. ¿Mozart o Vivaldi? ¿Velazquez o Barceló? ¿Quevedo o Juan Ramón Jiménez? ¿El gótico flamígero o Frank Lloyd Wright?. No hay respuesta porque un esteta no puede renunciar a nada. El arte es un devenir histórico y no un momento congelado en el tiempo.
Con las plumas pasa algo parecido. Hay modelos barrocos, modernistas, Bauhaus, utilitarios, povera...
¿Hay alguna más bella que las demás? tendríamos que responder: "si es dentro de un mismo estilo, puede ser". Pero hay estilos tan dispares que resulta imposible toda comparación.

Para colmo de complicaciones, los dos factores esenciales de los que hablamos suelen ser contradictorios entre sí. Es decir, que las plumas más elaboradas estéticamente, suelen ser las menos prácticas desde el punto de vista funcional. Es como utilizar un imponente Hispano Suiza de los años 20 para atravesar Madrid en hora punta. Mala elección aunque sea un gran coche.

Conclusión: no hay pluma ideal porque los factores valorativos son excesivamente volátiles y, en  muchos casos, contradictorios entre sí.

Pero para que no se diga que no me arriesgo, voy a dar alguna orientación sobre mis plumas ideales. Teniendo en cuenta que la función sigue la forma, me decanto por formas clásicas, poco arriesgadas y que sean prácticas. La pluma debe poder usarse y prefiero, por tanto, formas clásicas y cómodas como el torpedo con puntas redondeadas o truncadas. Como las uso continuadamente, han de ser ligeras y portátiles, además de tener una buena autonomía. La calidad de la escritura ha de ser intachable. Estéticamente, me gusta la sencillez, la limpieza de líneas y los acabado sutiles, nada chirriantes.

Para no tener que elegir una pluma, voy a configurar la mía y ésta sería más o menos así:

-De tamaño medio-grande como una Nakaya Cigar, una Pelikan M800, una Sailor KOP, una Omas Lucens o una Pilot 845.



(Foto: Sailor) 

-El plumín debería ser igualmente grande, de oro y a la vista, como el de cualquiera de las tres últimas citadas.

-La carga sería por émbolo para garantizar una buena autonomía, como el de la Pelikan M800, la Omas o la Pilot 823.

-El material de construcción debería ser ligero y hermoso como el mejor celuloide, cualquier resina de calidad o la ebonita lacada.


(foto: Nakaya)

Así pues, una pluma ideal para mí sería, por ejemplo, una Nakaya Writer extragruesa perfectamente lacada en urushi, con un émbolo de vacío como el de la Pilot 823 y el plumín de la Sailor KOP.

Lo bueno para el coleccionista es poder seguir buscando siempre esa pluma ideal que solo existe en su cabeza.


lunes, 14 de julio de 2014

El misterio del "Iridium Point Germany"

La frase "Iridium Point Germany", en adelante IPG, aparece en una inmensa cantidad de plumines de acero de toda clase de plumas, sin que los usuarios sepan muy bien a qué se refiere. ¿Los fabrica la misma casa? ¿El plumín es alemán? ¿el plumín es chino? ¿Es mejor o peor que los que no dicen nada?.


( foto: titanscraprecycling ) 

Ante todo, recordemos qué es el iridio. Se trata de un metal del grupo del platino, de gran dureza y enorme peso, el más resistente a la corrosión de  todos los metales. Fue descubierto en 1803 entre las impurezas insolubles del platino natural. Es tan duro y tan frágil que no se trabaja en estado sólido sino en polvo. Resulta tan difícil fundir el iridio que sólo se consiguió industrialmente en 1880 mezclándolo con fósforo, aunque la compañía británica Matthey sostuvo haber hecho algo parecido desde 1834. La "dureza Vickers" del platino puro es de 56 HV, mientras que la de una aleación con 50% de iridio puede alcanzar los 500 HV.


( foto Wikipedia )

La primera pluma con punta de iridio fue invención de John Isaac Hawkins en 1837. En realidad, el iridio nunca se ha utilizado sólo. Aquel primer plumín llevaba una aleación de iridio y osmio. La Parker 51, por su parte, utilizaba una de iridio-rutenio (al 3,8% de iridio). Actualmente, se utiliza una gran variedad de aleaciones de diversos metales entre los cuales, si es que está, el iridio sigue apareciendo en mínima proporción dada su escasez y alto precio.



(foto: FPN)

Por tanto, las puntas de iridio actuales  no son de iridio sino de diversos compuestos en los que raras veces aparece aquél metal. "Punta de iridio" es un genérico que no significa otra cosa, en la práctica, que "material usado para reforzar la punta".
Los actuales fabricantes de plumines suelen comprar este material de refuerzo en Alemania, que es el primer fabricante mundial aunque no el único, y graban en sus productos el famoso IPG que no significa que el plumín haya sido fabricado en Alemania sino que el material de refuerzo ha sido adquirido allí. Como es fácilmente deducible, este sistema puede hacer pasar una producto de cualquier parte por uno alemán, confusión que nadie se encarga de despejar dado el prestigio industrial asociado con esa industria. Adviértase que estos plumines no dicen "Hecho en Alemania" lo que sería ilegal, sino IPG, que significa otra cosa aunque induzca a confusión.
¿Qué representa todo esto en términos prácticos? Pues que cualquier fabricante de plumines, chino o indio puede grabar el IPG en sus productos sin infringir la Ley pero consiguiendo despistar al usuario que piensa haber adquirido un plumín alemán. Si los plumines indios o chinos son usualmente de muy baja calidad, los alemanes lo son de alta, siendo que los dos lucen el orgulloso IPG.


Grandes compañías mundiales como Platinum, Pilot., Montblanc o Pelikan fabrican sus propios plumines y se cuidan mucho de grabarlos e identificarlos adecuadamente. Otras compañías alemanas como Jowo o Bock fabrican plumines de gran calidad para un sinfín de otras marcas como Faber Castell, Conway-Stewart, Stipula, Montegrappa o Twsbi, por nombrar algunas de las más conocidas. Pero hay un universo de plumines sin nombre cuyo origen resulta imposible de rastrear más allá del IPG que no aporta ninguna información sobre el nombre del fabricante o la calidad de la pieza.
¿A qué conclusión podemos llegar? Pues que ninguna indicación IPG aporta información válida sobre el fabricante o la calidad del plumín. Si no se advierte o no es posible localizar al primero, cualquier cosa puede suceder y ésta sera, generalmente, mala. Caveat Emptor


viernes, 4 de julio de 2014

Las Cinco Grandes. Nº 5: Waterman Patrician Turquesa

Waterman abandonó la ebonita y decidió fabricar su primera pluma de celuloide en 1.929, varios años después de que comenzaran a hacerlo, entre otros,  LeBouef (1.919) y Sheaffer (1.924). Waterman llegaba tarde y no sólo en el uso del novedoso material, sino también en el diseño de la estilográfica que supuso su estreno. Además, la boquilla y los extremos del cuerpo y del capuchón, seguían siendo de ebonita.



(Foto: oldfountainpensjustforfun)

La Patrician se parecía demasiado a las tradicionales "flat top" de los años anteriores cuando Sheaffer, en aquél mismo año, introdujo un revolucionario diseño en forma de torpedo que tuvo un enorme éxito y que fue rápidamente adoptado por otros fabricantes.
La Patrician era una magnifica pluma, extraordinariamente cuidada, con bellísimos detalles decorativos y fabricada en una variada selección de hermosos celuloides de gran calidad y resistencia a la decoloración.
La Patrician se fabricó en seis colores: negro, nácar, ónice, esmeralda, ágata y el más famoso y legendario de todos: el turquesa.


(foto: vintage fountain pens inc. )

En realidad, el celuloide en cuestión no estaba fabricado por Waterman sino por un especialista italiano que, además, no sólo lo suministró a la empresa estadounidense sino a otras como, por ejemplo, Summit o Mabie Todd que fabricó con el mismo material la también famosa y bellísima Blackbird Oriental Blue. Incluso se han visto recientemente modelos con un material prácticamente idéntico como el de la extraordinaria Titanic de Visconti que algunos incluso consideran realizada con celuloide antiguo que compró la casa para fabricar algunos de sus productos.




(Foto: FPN) 

En cualquier caso, el estreno de la Patrician no pudo ser más inoportuno pues coincidió con la gran depresión económica del 29 y el terrible empobrecimiento mundial que desembocó en la devastadora Segunda Guerra Mundial.  El mercado de los años 30 no era el idóneo para un producto tan cuidado, rico, delicado y, sobre todo, tan caro, como la Waterman. Fue así hasta el punto de que la marca sacó a la venta una versión simplificada, más pequeña y barata, denominada Lady, que tampoco consiguió remontar el escaso número de ventas y que acabó con el modelo apenas seis años después de su estreno.
En 1992, Waterman puso a venta una versión moderna y, a mi juicio, poco favorecida de la Patrician.



(Foto inkwell)

Pese a su escaso éxito, la Patrician era una pluma de altísima calidad y de impactante belleza. El delicado diseño art decó, la originalidad de los celuloides usados, el hermoso anillo del capuchón y su enorme y magnífico plumín, la acabaron convirtiendo, junto a su escasez, en una pieza enormemente apreciada  por los coleccionistas.
Actualmente, las piezas más buscadas son la Ónice y la Turquesa. La primera, por su escasez, dado que las partes construidas en ebonita se rompían muy fácilmente en aquél modelo. La turquesa, por ser la más bella de todas las Patrician. Encontrar una intacta con el celuloide en buenas condiciones es tarea difícil y sumamente onerosa para quien quiera adquirirla.



(foto: five stars pen)

martes, 1 de julio de 2014

Las Cinco Grandes. Nº 4: Pilot Myu White Striped

Las estilográficas japonesas constituyen un mundo aparte. Desde un discreto segundo plano desde que comenzaron a fabricarse a primeros del Siglo XX hasta los años 40 y con un fulgurante desarrollo a partir de entonces, se han convertido en los mejores instrumentos contemporáneos de escritura, con una perfección técnica y  una relación calidad-precio insuperables.
A lo largo de su ya dilatado historia industrial, Japón ha creado estilográficas magníficas y ha aplicado técnicas artísticas clásicas, como el maki-e, que  han dado origen a algunas de las obras de arte más singulares en el mundo de la producción industrial.
Si hay una pluma grande que merece estar entre Las Cinco por su originalidad, escasez y representación, es la Pilot MYU (o Murex). Se trata de una pluma moderna que se fabricó durante los años 70 y 80 del siglo pasado solo para el mercado japonés. Concidió en el tiempo -y parcialmente en la concepción- con la también legendaria Parker T1 que se fabricó durante sólo el año 1970.


(Foto: Stutler)

Conviene distinguir entre la MYU y la Murex. En realidad, se trata del mismo nombre, pero los dos primeros modelos que fabricó Pilot se denominaron Myu y los segundos, más largos, Murex.
El diseño de la pluma se basaba en los antiguos instrumentos de caña y de ave, en los que no existe una pieza independiente que haga de plumín, sino que el cuerpo se va recortando y afilando regularmente para obtener la forma adecuada. La Myu, además, pretendía ser una pluma portátil y extremadamente resistente de manera que se utilizó el sistema del "gran capuchón" -típico de la Pilot Elite- que permitiera reducir su tamaño cuando estuviera cerrada y ser perfectamente útil con él colocado. El material usado fue el acero inoxidable de gran calidad, que le proporcionaba una enorme resistencia y duración.


(Foto: Stutler)

De la Myu se hicieron, básicamente, dos versiones: la lisa, denominada MYU 701 y la estriada de la cual se hicieron dos versiones, una con estrías negras -típica de Pilot-  y otra con estrías rugosas sin pintar que parecen blancas. Si bien la primera es muy buscada, la segunda es extraordinariamente rara y se ha convertido en una singular pieza de colección.



(Foto: Stutler)

La Myu, pese a su éxito y a su potencial clientela, no se ha vuelto a fabricar salvo para una edición limitada conmemorativa que se puso a la venta en 2008 con el nombre de M90 y que tuvo un éxito inmediato aunque nunca más reproducido.


 (Foto: Stutler)

La belleza de la Myu, su resistencia y practicidad, y la elegancia suprema de su línea, no serán fácilmente superadas.

Las Cinco Grandes. Nº 3: Aurora Etiopía

La Etiopía es el modelo más raro y buscado de Aurora y ha sido objeto de todo tipo de especulaciones y fábulas, siendo la más conocida la de que fue fabricada, a petición del gobierno fascista, para los oficiales italianos que participaron en la Segunda Guerra de Abisinia.



 En realidad, la pluma apareció en el catálogo de Aurora en el año 1.936, cuando dicha guerra ya había finalizado, y se mantuvo a la venta hasta 1.938. Además, se fabricó un modelo para señora, lo que contradice por completo aquélla bélica versión. Tampoco se fabricó solo en blanco marfil sino en gris y verde, colores aún más raros y difíciles de encontrar.


(Modelo de señora)

La Etiopía fue, desde luego, un producto asociado al nacimiento del Imperio Italiano cuya enorme popularidad en aquel tiempo intentó aprovechar comercialmente Aurora para conseguir mayores ventas.
La Eitopía era una pluma muy sencilla, con carga a cuentagotas, sistema que ya era anticuado cuando la Aurora salió a la venta. Pero como era un producto conmemorativo de la guerra que dió nacimiento al Imperio, intentaba rememorar las características del uso en el desierto y por eso se optó por el sistema de cuentagotas dado que la Etiopía no pretendía ser un modelo de modernidad sino algo más evocador y específico.



El cuentagotas era, desde luego, un sistema muy simple que permitía el uso de la pluma en condiciones extremas en las que no se pudiera conseguir tinta líquida. Por eso venía acompañada de un pequeño tubo con tinta seca en bolitas, sistema que ya se había utilizado por otras plumas de uso militar durante la Primera Guerra Mundial, como la Parker o la Swan, llamadas "plumas de trinchera". Pero en el caso de la Aurora, el uso de la tinta seca tenía una naturaleza más conmemorativa que práctica.


El modelo más conocido de la Etiopía es el de celuloide blanco-marfil adornado por una greca y el águila imperial fascista grabada en el capuchón pero hubo diversas variantes; además del modelo de señora, se fabricaron algunas con carga por pulsador y otras con diversas inscripciones diferentes de la del águila imperial.; concretamente, hubo una versión denominada "Tropical", que lucía una palmera.

Además del blanco marfil se fabricó en gris, verde y violeta marmolizados, éste último, rarísimo.


(Etiopía Gris. Foto: Turin Pens, Pennmania) 

Las Etiopía son plumas muy buscadas aunque no tan escasas como se piensa. Suelen verse en los Penshows a precios muy altos, superiores a los 6.000 euros.

(Las fotografías son de sus autores y solo se muestran a efectos ilustrativos, sin ostentar ningún derecho sobre ellas)