martes, 30 de diciembre de 2014

Los plumines y sus medidas; ése permanente misterio.

Hay dos medidas referidas a los plumines que son fuente permanente de confusión. La primera se refiere al tamaño de la pieza y la segunda a la del punto.

El tamaño

En cuanto al tamaño del plumín, se usan generalmente ciertos guarismos que, en realidad, no corresponden a ningún estándar ni, que yo sepa, a una referencia métrica concreta. Se habla de plumines #5, #10 ó #15 que dan una idea relativa de su tamaño. A mayor numero, más grande la pieza. Pero no hay, en realidad, un catálogo objetivo. Esos números suelen ser usados por algunas marcas, concretamente las japonesas y más específicamente Pilot, que numera así sus plumines. Por analogía suelen usarse para otras marcas, pero no existe un criterio normalizado.


(foto: Penporium)

Las medidas exactas las suelen dar los grandes fabricantes y, para ilustrarnos, tomaremos el ejemplo de Bock. El catálogo de Bock describe con total precisión sus piezas y distingue dos medidas básicas: el largo total y la anchura de espalda, o sea, la distancia máxima entre los extremos que sirven de base a los aletines. Además, ofrece un índice de curvatura que permite saber qué alimentador encaja bien en cada plumín y así, informa de que el radio del mismo debe ser de 5 ó 6 mm, por ejemplo. Con estas medidas es posible hacerse una idea cabal de las medidas reales del plumín.



Por tanto, la medida de la espalda es la que suele darse, aproximadamente, como la del plumín. O sea,  ante una medida de 7.3 mm. de espalda suele decirse que estamos ante un plumín 7 y así sucesivamente. La referencia no es exacta pero es la más fiable.

El punto

El segundo punto de confusión se refiere al grosor del punto que, por extensión, puede confundirse con toda la pieza aunque esto no sea así pues, como es lógico, puede haber plumines muy pequeños con puntos muy gruesos y viceversa. La medida del punto, pues, solo indica el tipo y el grosor del trazo. Ya hemos hablado en otro lugar de los diversos tipos de corte del plumín así que vamos a concentrarnos ahora en el grosor.


(foto: Pilot)

Hay, básicamente, cinco medidas: extrafina (XF), fina (F), media (M) gruesa (B) y doble gruesa (BB).
Cada fabricante tiene las suyas y las aplica a algunos o a todos sus modelos. Hay quienes no disponen más que de tres y otros que añaden muchas otras como la triple gruesa  (3B) o la superfina (SEF). Veamos ahora un pequeño resumen de sus características básicas y de las medidas aproximadas asociadas a ellas.

Superextrafina (SEF). Suele llamarse punta de alfiler y ofrece un trazo excepcionalmente fino. Suele verse en plumas japonesas.


(foto: FPN)

Extrafina (EF). La línea que ofrece no suele superar los 0.4 mm. Es adecuada para letra muy pequeña

Fina (F). Proporciona una línea que ronda los 0.6 mm. Adecuada para letra pequeña.

Media (M). El trazo sube aquí hasta los  0.8 mm y es la medida adecuada para una letra normal.

Gruesa (B). La línea que proporciona ronda 1.0 mm y es la idónea para usuarios con letra grande o que la usan para firmar.

Doble Gruesa (BB). Con un trazo de 1.2 mm. es adecuada para firmar rápidamente o para conseguir variaciones de trazo.


(foto: thepencompany)

Triple Gruesa (3B). La línea que proporciona es de 1.4 y suele usarse para conseguir grandes variaciones en el trazo.

Hay multitud de variables y de modelos que, combinados con el corte, ofrecen enormes posibilidades expresivas: stubs, oblicuos, para zurdos, reversos o itálicos. A todo ello hay que sumar las especialidades japonesas que ya hemos visto en otra entrada, de las que destacaremos ahora los plumines music y los zoom; éstos ofrecen variación de trazo en función del ángulo de ataque del plumín sobre el papel.



(foto: nibs.com)

Sentado lo anterior, conviene recordar que tampoco aquí existe una nomenclatura estándar. Las medidas que he ofrecido suelen ser las normales pero ello no significa que todos los fabricantes las usen. en términos generales, idéntico criterio.  Podemos decir que las medidas más parecidas a las indicadas son las de las plumas norteamericanas. Muchas europeas suelen ser algo más gruesas y las japonesas algo más finas. por tanto, un plumín M norteamericano podría ser considerado un F en Europa y un B en Japón.


(foto: nibs.com)

Como regla práctica, puede decirse que cualquier medida japonesa equivale a un grado menos en el resto del mundo. Incluso a dos si nos referimos a ciertas marcas europeas. Es decir que un M japonés será para nosotros un F, como poco, y que incluso un B será más parecido a un M que a otra cosa. Por eso, cuando en Japón se habla de un SEF, hay que entender que es una verdadera punta de alfiler.

Sentado lo anterior a efectos generales, conviene recordar que no hay dos fabricantes con iguales medidas. El curioso lector puede comprobarlo en esta magnífica recopilación de nibs.com:

Tabla comparativa de medidas (nibs.com)

Conclusión: No hay que dejarse confundir por la numerología de los plumines; en realidad, no hace referencia a ningún estándar sino que da, únicamente, una medida aproximada. En cuanto al grosor, es más importante conocer el fabricante que la denominación.  Eso nos permitirá saber si hemos encontrado el plumín adecuado a nuestro tipo de escritura.


lunes, 29 de diciembre de 2014

Plumas de invierno

Con los primeros fríos se siente la llegada del invierno y sus colores pálidos, blancos y desnudos como los campos helados.

Nuestras amigas también se visten de blanco.










domingo, 28 de diciembre de 2014

Personajes con estilográfica (IV): Marilyn Monroe

No creo ni que sea la pluma de Marilyn, pero la foto es magnífica y la actriz brilla con naturalidad en la plenitud de su belleza. Un admirador se acerca a pedirle un autógrafo y, junto con el papel, le facilita una pluma.




Se trata de una Sheaffer, probablemente una Snorkel (1952-1959) que la estrella apunta con decisión hacia el cuadernillo mientras sonríe con franqueza a su propietario preguntándole el nombre que luego podrá en la dedicatoria.

Qué fascinantes elementos confluyen en esta fotografía; el contraluz, la actriz, el cuaderno, la sonrisa, el autógrafo y, sobre todo, esa pluma cuya historia daría algo por conocer y no digamos por conseguir.

Monteverde Invincia Stealth

Yafa es un gran distribuidor norteamericano de instrumentos de escritura. Es el representante en USA de, por ejemplo, las italianas Delta , Napkin y Estipula y es el titular de dos marcas americanas: Conklin y Monteverde.

Conklin se fabrica en USA y una de sus frases promocionales es el "all american". Sin embargo, uno de los secretos mejor guardados de Yafa es el lugar donde fabrica las Monteverde aunque me parece evidente que se trata de China.  Gran parte de sus virtudes y también de sus defectos provienen de su origen.

Hace algunos años que se puso de moda el acabado negro-negro, al estilo de las herramientas militares o armas que buscan la mayor discreción o indetectabilidad. Las estilográficas han recogido esta moda y puede verse ahora que muchas marcas ofrecen modelos con este tipo de acabado. Monteverde fue, si no la primera, una de las que comenzaron. Su Invincia Stealth fue muy bien acogida desde el principio y se mantiene en el catálogo de la marca en varias versiones.

La Invincia es un modelo ya veterano de Monteverde. Se trata de una pluma de buen tamaño (140 cm) y peso notable dado que está fabricada íntegramente en latón. Es, por tanto, una estilográfica consistente al estilo de muchas chinas de medidas parecidas. La pluma está muy bien presentada en una caja verde con interior de seda y diversa documentación.


Todo el conjunto está pintado de negro, que en este caso es brillante, y hasta el plumín de acero está recubierto de ése color. La apariencia general es la de un instrumento  militar que más concretamente rememora a los tan actuales "tactical pens" y su estética de combate. Me queda la duda de saber si este acabado es duradero o no.


La pluma tiene formas muy depuradas y su diseño general es más que correcto. Líneas simples, detalles discretos y sistemas de cierre muy bien pensados, hacen de ella un objeto muy atractivo. La alimentación se realiza por cartucho-convertidor.


El clip metálico está fijado por dos remaches, al estilo de las viejas Waterman, rematado por una bolita que facilita su colocación en el bolsillo. Bien acabado y sólido, es un clip de calidad. El capuchón cierra por rosca que tiene la particularidad de ser muy rápida, esto es, que se acciona con apenas media vuelta. Esto hace que pueda aprestarse con mucha facilidad.

El plumín de acero es de gran tamaño y de hermoso diseño. Es un plumín clásico bellamente grabado con el logo de la marca y dos veces su nombre además de la inscripción "USA". La pieza está totalmente lacada en negro, lo que hace juego con el resto de la pluma y, de paso, le otorga un cautivador atractivo por su originalidad.


El desempeño de la pluma es correcto pero no inmaculado. El trazo tiende a ser algo seco y no excesivamente suave, aunque no rasca. El conjunto plumín-alimentador no ofrece óptimos resultados y el flujo no es todo lo generoso y húmedo que se puede desear.  Más que un defecto de la pluma parece ser, como quizá denote su origen, un tipo especial de diseño. Suelen denunciarse titubeos en los comienzos y secado si se deja al descubierto al plumín incluso por poco tiempo. En realidad, todos estos problemas derivan de un conjunto no demasiado eficiente.


La Invincia Stealth es una pluma sólida,  muy bien construida, y muy original de acabado aunque no pueda anticiparse si será duradero. Su desempeño es correcto aunque no perfecto pero su precio, alrededor de 75 euros, es justo para lo que ofrece.







sábado, 27 de diciembre de 2014

Hablando de precios...

Creo que ya no hay duda de que internet y el comercio global son dos factores que han alterado las estructuras comerciales del mundo. No sé si se podría hablar de revolución pero sí de que nuestro modelo mercantil está cambiando a pasos agigantados.

En varios lugares de este blog me he referido a la tristeza que provoca ver cómo las viejas tiendas de siempre, las papelerías de toda la vida, van desapareciendo poco a poco como antes lo hicieron los cines de barrio, los restaurantes económicos o las tiendas de ultramarinos. Pero al mismo tiempo, me congratula ser capaz de conseguir los objetos que me gustan a menos de la mitad de lo que me hubieran costado de no existir internet. Con el dinero que invertí en plumas en los años 90 podría comprar hoy el triple de piezas. Lo que lamenta mi corazón lo agradece mi bolsillo.

El precio de las plumas suele ser a menudo objeto de polémica. Frecuentemente recibo mensajes preguntando dónde se pueden conseguir los precios a los que suelo hacer referencia y la respuesta es siempre la misma: en internet. El comercio electrónico es el paradigma de la competencia y a poco que uno busque, consigue ofertas impensables en las tiendas de toda la vida. Plumas con precios de catálogo de 500 euros se pueden conseguir sin problemas por 250.


Claro es que estos precios no incluyen ciertos beneficios que sí otorgan las tiendas físicas: tanto para comprar como para mantener luego el producto. La garantía es la misma, generalmente, pero no es igual hablar con el dueño de un problema recién aparecido que tener que enviar el producto a quién sabe dónde para su reparación o cambio. Aquí gana la tienda física aunque con reservas, pues la mayoría de las marcas carecen de servicio técnico en nuestras ciudades y se limitan a disponer el envío a fábrica de las plumas con problemas, lo que prolonga la espera durante meses.

Por otro lado, el apoyo técnico y profesional que aportan las tiendas físicas al aficionado es, salvo el de las tiendas especializadas, cada vez menor. Salvo clásicas como las que se han citado en la entrada "Madrid, capital de la estilográfica", la mayoría de los vendedores apenas pueden aportar información alguna de calidad al verdadero estilófilo y se limitan a la pura transacción.


La añoranza de un tiempo perdido tiene mucho de nostalgia sentimental pero resulta, en general, poco práctica. El mundo es como es y no podemos congelarlo en un momento determinado. Es reconfortante entrar en una papelería clásica donde el encargado de las estilográficas es un verdadero aficionado y un amigo con el que podemos compartir nuestra afición. Pero la enorme diferencia de precios entre ésa misma tienda e internet, suele decantar la elección por el producto más barato. Así funciona el comercio y ese el motivo de que progresemos. Si no, aún estaríamos con los gremios medievales y el reparto de trigo del imperio romano.

El secreto de la supervivencia de las papelerías es la especialización y en el valor añadido. A mí no me importa pagar más de lo que tendría que abonar en internet si es a cambio de algo: servicio, atención, garantía, accesorios o simple y agradable conversación. A mi juicio, solo las tiendas que ofrezcan algo de esto sobrevivirán.

Madrid, Capital de la Estilográfica

Junto al creciente interés por la estilográfica y su metamorfosis en adicción, discurre una terrorífica y creciente desertización de tiendas físicas. Ciudades que contaban con centenares de papelerías donde encontrar libros y material de escritura, son testigos ahora de su implacable desaparición, un fenómeno común en otros sectores comerciales pero especialmente doloroso cuando se refiere a las entrañables papelerías de nuestra infancia, aquellas que rodeaban nuestros viejos colegios y en las que nos surtíamos de aquellas herramientas esenciales para nuestros primeros años de aprendizaje. Papelerías que olían a tinta, a plásticos extraños y a resmas de papel cortado. Papelerías repletas de estantes de madera y cajas misteriosas de donde los empleados extraían todo tipo de tesoros.

La desaparición de las papelerías tradicionales es un fenómeno universal. En ciudades inmensas como Londres, Nueva York, o París, hay que buscarlas expresamente y, a veces, solo hay un puñado. Especializadas en estilográficas, apenas queda alguna. Hay estados enteros en USA que no cuentan con ninguna. La competencia con internet es feroz y la batalla ya ha sido ganada por las tiendas virtuales que compiten con unos precios y un servicio difícilmente alcanzables por una papelería tradicional.

Madrid es, sin embargo, una excepción. Aunque no sea un hecho muy conocido, la capital cuenta con el mayor número de tiendas especializadas en estilográficas del mundo. No se trata de grandes establecimientos, pero sí de lugares especializados, muy bien surtidos y atendidos por un personal atento, siempre dispuesto y buen conocedor del mundo de la estilográfica. Hay buenas tiendas físicas en otras ciudades de España pero tantas como en Madrid, ninguna.

Hoy revisaremos  algunas de esas tiendas y comprobaremos que su número y su calidad convierten a Madrid en la capital de la estilográfica,


Sacristán 

Un verdadero clásico. Ha estado en varias calles y últimamente ha atravesado algunas dificultades pero su sede de la Calle Mayor sigue siendo una dirección imprescindible. La colección particular de la casa es sencillamente impresionante.



Papelería Carranza

Es otro templo de la estilográfica. Disponen de la mayoría de los catálogos y de los mejores modelos. Además, está atendida por un personal amable y paciente que a poco que uno lo requiera, le ayudarán en todo y siempre charlarán sin prisa con el cliente sobre sus gustos estilográficos.



Papeleria Rey.

En la zona de Atocha, es una extraordinaria papelería que cuenta con una de las mejores colecciones de estilográfica; está atendida por una inigualable profesional y gran aficionada a las plumas con la que siempre es un verdadero placer charlar.




Jomar 

En la zona de Goya, es otra papelería con una gran tradición, hoy unida a la de Sacristán. Buena colección de plumas, trato exquisito y una cuidada selección de instrumentos dedicados a la caligrafía.

Iguana Sell

En el Barrio de Salamanca y cada vez más conocida, es una iniciativa muy interesante que combina la tienda virtual con una sede física en la que se recrea el mejor de los ambientes para disfrutar de las extraordinarias plumas de las que disponen. Especialmente destacable es su colección de japonesas.

Además de estas tiendas emblemáticas, hay un sinfín de papelerías en las que se pueden encontrar estilográficas; no siempre hay catálogos completos ni ofrecen todas las marcas, pero sí las más representativas.

Por si fuera poco, Madrid cuenta con dos establecimientos singulares dedicados a la reparación de estilográficas:

Julia Gusano

Especializada en plumas antiguas, su simpatiquísimo establecimiento lleno de antigüedades y memorabilia dedicada a la estilográfica es un lugar imprescindible para solucionar problemas. Poco se resiste a la habilidad de Julia.

T&T

Teo y Toni son dos expertos mecánicos de estilográficas y grandes aficionados. En su pequeño local del Este de Madrid, hay siempre una solución para las dificultades y preguntas de sus clientes.

Como se puede ver, Madrid es un oasis para los estilófilos. Compre uno donde compre, siempre es un placer recorrer las viejas tiendas y charlar con los antiguos amigos. Bienvenidos todos.


miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡Feliz Navidad!

La presente es para felicitar las Fiestas a todos los que forman parte de esta gran y apasionada familia de estilófilos.


Mis mejores votos para todos con la esperanza de que el nuevo año nos traiga los mejores de nuestros deseos.


Delta Dolce Vita: Morir de éxito

Delta es una pequeña compañía italiana fundada en Napoles en 1982. Fue, junto con Stipula y Visconti, un intento por reverdecer las viejas glorias de la estilográfica clásica italiana. Ninguna de las tres tenía la historia de Omas, Aurora, Montegrappa o Ancora, pero su modelo eran los grandes éxitos  de primeros de siglo y, sobre todo, el uso de materiales y sistemas absolutamente clásicos. Las Delta son plumas totalmente italianas salvo por sus plumines que son Bock.


(Delta Colosseum demonstrator. Foto: Delta)

En el aspecto mecánico, el signo distintivo de Delta fue el uso de la palanca lateral y el depósito interior de goma como sistema de carga estándar para sus ediciones limitadas. Sus modelos evocaban grandes momentos culturales en la historia de Italia que es como decir la historia del arte. Optó enseguida por la producción de ediciones especiales conmemorativas que no sólo hacían referencia a aspectos culturales o históricos sino también a eventos actuales como los modelos fabricados para conmemorar el G7 de 1994 o la Jubilaeum para conmemorar el año 2000

A comienzos de los años 2000 del siglo pasado, Delta tenía varias ediciones especiales en el mercado que la habían situado en el punto de mira de los aficionados: las Venezia, Segovia, Pompei, Nazareth, Reppubliche Marinare y la más famosa de todas: la Colosseum. Esta pluma de resina torneada salió a la venta en 1996 en tres versiones: vermeil, plateada y demonstrator. La principal seña de identidad de la pluma era, con todo, su novedosa combinación de colores: un negro profundo y un naranja muy llamativo. La pluma tuvo un éxito fulgurante y se agotó enseguida. Delta quiso aprovechar aquel golpe de suerte -que no habían tenido con otras ediciones limitadas- y decidió explotar aquél éxito creando una nueva colección con los mismos colores que la Colosseum aunque ya en edición estándar y no limitada. Así nació la Dolce vita.

(foto: airline international)

La Dolce Vita se ha convertido en la principal seña de identidad de Delta. La colección inicial se ha ido extendiendo hasta convertirse, actualmente, en la espina dorsal de la producción de la napolitana que continúa con las ediciones limitadas pero ya en un segundo plano con relación a una combinación de colores que se extiende cada día como un río desbordado. La colección Dolce Vita de hoy en día es toda una panoplia de plumas: la clásica, la IT, la Stantuffo, la Zen, la mini, médium, stout, soiréee, la oro...


La Dolce Vita, dejando aparte sus ediciones especiales e incluso limitadas, es una pluma mucho más sencilla que la Colosseum de la que desciende. Se trata de una estilográfica alimentada por cartucho/convertidor y dotada de plumín de oro Bock últimamente con la versión fusión, o sea, un plumín de acero con una pletina de oro adosada.




La Dolce Vita es una pluma elemental cuyo principal activo sigue siendo su original y bella combinación de colores. Su principal desventaja es su precio. Incluso las versiones más sencillas son plumas muy caras para lo que ofrecen que es, en definitiva, un cuerpo de resina y una mecánica elemental. No funcionan mal, desde luego, pero un modelo medio ronda los 400 euros y una Oversize casi supera los 600. Por ese precio, hay mucho donde elegir en calidad y cantidad.


Por otro lado, el exceso de producción del modelo le ha privado, a mi juicio, del atractivo de la originalidad que tenía la Colosseum o las primeras ediciones de la Dolce Vita. Hoy cualquier naranja/negro resulta demasiado evidente y ya hay muchas plumas -sobre todo chinas pero también Conklin- que han imitado más o menos esta combinación hasta convertirla en algo trillado.


La heredera de la bellísima Colosseum, casi quince años después, ha perdido aquélla originalidad que la convirtió en una pluma enormemente deseada y el exceso de oferta derivado de su éxito ha conseguido que pierda sus rasgos exclusivos.

(todas las fotografias pertenecen a Delta y aquí se usan a efectos ilustrativos y educativos, sin ostentar ningún derecho sobre ellas)

domingo, 21 de diciembre de 2014

Omas: Maestra absoluta del celuloide.

Aunque la globalización ha desdibujado muchos de los antiguos atributos que cada nación o cada fabricante podían aportar a una determinada industria, aún hay grandes bastiones que defienden su identidad y aún su historia.

Así como Japón es la cuna de las mejores plumas, Italia sigue siendo un referente en diseño y, sobre todo, en hermosura. Italia es un país fascinante en el que el cultivo de la belleza forma parte de su cultura. Cualquiera que pasee por sus ciudades y por sus calles, sentirá palpitar la herencia de siglos de pasión por el arte. Igual ocurre con la estilográfica. Dejando aparte la perfección mecánica de cada pieza, los fabricantes italianos cuidan mucho su estética porque no pueden dejar de ver la pluma como un objeto artístico.

Omas es el paradigma de estos fabricantes porque hace décadas que fabrica algunas de las plumas más bellas, entre las que destacan por mucho las construidas en celuloide. Nadie trabaja el celuloide como Omas, un material noble que la empresa boloñesa mima hasta el menor detalle desde hace casi cien años.  Sus primorosos modelos en celuloide, especialmente los que homenajean modelos clásicos, son ejemplares absolutamente exquisitos que demuestran la maestría de la marca en el difícil manejo de este fascinante material.

Hablando, pues, de belleza y dejando aparte los refinamientos japoneses en el campo de la laca y el maki-e, el celuloide es el rey y Omas su indiscutible campeón. Aquí voy a mostrar cuatro ejemplos que lo demuestran.


(foto: Antique, FPN)

El celuloide "Arco Brown" ha sido un rotundo éxito y se ha convertido ya en todo un clásico. Se ha visto en los modelos Parangón y Ojiva y en ambos luce en todo su esplendor. El fascinante juego de luces, matices y colores de la gama, atrapan la atención de los que la miran como un embrujo.


(foto: Marcuslink.com)

La Paragon Extralucens es una pluma extraordinaria. En su acabado negro y dorado, presenta un increíble juego de riquísimos matices que hacen de la luz una fuente permanente de sorpresas. Las transparencias y los líneas dispersas e irregulares del celuloide convierten esta pluma en una genuina obra de arte de la que es imposible cansarse.




(foto: rickconner)

La Arlechino es otro homenaje de Omas a un modelo muy antiguo y el resultado es igualmente asombroso. Aquí no se juega con las luces ni las transparencias sin con una genial combinación de colores que rememoran una pintura expresionista y, vagamente, los brillantes colores del personaje de la comedia italiana. Es una pluma de diseño muy simple y depurado en el que toda la atención se concentra en los colores. Una obra maestra.



(foto:pmauction)

La 80 Aniversario Burkina es una de las más recientes creaciones de Omas que también ha utilizado este maravilloso celuloide en la Bologna. Los colores oscuros y verde-terrosos con muescas negras  escalonadas no solo evocan los tejidos tradicionales africanos sin que crean un tapiz de enorme riqueza cromática discretamente subrayada por los detalles plateados que la enmarcan. Una pieza inconmensurable.

Espero que hayan disfrutado de esta pequeña muestra, y si tienen ocasión, no dejen de asombrarse en directo con las creaciones del maestro absoluto del celuloide.



Bexley: Made in U.S.A.

Cuando uno piensa en plumas norteamericanas, no puede dejar de recordar que las tres grandes del siglo pasado nacieron en ése país: Sheaffer, Waterman y Parker, fueron las grandes protagonistas de la golden era de la estilográfica. Hubo otras marcas importantísimas como Conklin o Cross, por ejemplo, pero aquéllas sintetizan el momento supremo de la industria de la escritura en el nuevo continente.

Aquellos tiempos volaron y hoy las tres grandes son la sombra de lo que fueron y, desgraciadamente, también sus productos: correctos pero, en el mejor de los casos, banales. No son ya ni la sombra de aquellas compañías tecnológicamente punteras que revolucionaron con sus diseños el mundo de la estilográfica en apenas veinte años y que inundaron el mundo con productos magníficos convertidos hoy en iconos del diseño industrial y de la modernidad. La primera potencia mundial era también la primera en todo lo relacionado con la escritura.

A la muerte de los clásicos, sucede el retoñar de sus deudos. A partir de los años 90 del sigo XX nacieron otras marcas amparadas por la evidencia de que la fabricación  moderna de estilográficas no requería demasiado aparato industrial  y que cualquier empresario imaginativo era capaz de poner un buen producto en el mercado apoyándose en algunas fuentes externas y en una adecuada imaginación. Así nacieron las nuevas estilográficas "Made in America",  pequeñas industrias, alguna casi artesanal, que optaron por un producto asequible, de buena calidad y orientado al usuario antes que al coleccionista. Sus nombres son: Bexley, Franklin-Christoph y Edison. También hay otros de menor entidad como la renacida Conklin y la minúscula Gate City Pen, marca del experto estilófilo Richard Binder pero cuyos modelos fabrica Bexley.


Bexley es la marca que, de todas las nombradas, puede considerarse la última gran fábrica americana. Su dimensión industrial supera con mucho a sus competidoras. Fundada en 1993 en Columbus, Ohio, por el neoyorkino Howard Levy, nació de la mano de aficionados y coleccionistas de plumas clásicas con la idea de reverdecer las viejas glorias de la industria americana, sirviéndose de modelos antiguos y sus bondades. Bexley es el nombre del barrio de Columbus donde radica la sede de la empresa.

Cada una de las plumas de Bexley rememora un clásico, ya sea en forma. mecanismos o materiales y ha producido, en pocos años, alguna de las plumas más originales y atractivas de la industria moderna de la estilográfica.


Durante los años 90 fabricó modelos button-filler, o accionados por botón, al estilo de la clásica Duofold de los años 20, la mayoría construidos en ebonita, sencilla o jaspeada, Los primeros plumines los fabricaba Minka, una marca de JoWo. Posteriormente fueron fabricados por Schmidt que, como se ha dicho en otra entrada, usa material Bock. Finalmente, Bexley comenzó a montar plumines JoWo, como muchas otras marcas norteamericanas. Todos estos plumines, excepto los Minka de la primera época, aparecen grabados con el nombre de la marca.


Tras la primera época de plumas en ebonita, con modelos tan sugerentes como el Original, Onyx, Giant o el uso de colores tan clásicos como el marfil o el amarillo mandarín, todos en la línea de las clásicas Duofold, Bexley comenzó a producir plumas más modernas aunque siempre homenajeando a viejos modelos. La Americana, que salió al mercado en la década de los 2000 es una pluma de gran tamaño (146 mm.) pero extrema ligereza (23,7 gr.) gracias a su construcción enteramente en resina.
La Colección Americana contaba con cinco colores: Sanable Blue, Sierra Silver (Gris) Rio Grande (roja), Greenbrier (verde) y Yellowstone (amarilla).


La Bexley Americana es un homenaje al art decó de los años 30, concretamente a la Wahl-Eversharp Doric facetada. El acabado Yellowstone, probablemente el más logrado de todos,  permite apreciar la extraordinaria calidad de la resina utilizada, llena de matices y colores complementarios, que conforman una verdadera sinfonía cromática. La forma afacetada se concentra en el capuchón y en el cuerpo pero los extremos de ambos, así como la boquilla, son lisos. La resina es torneada, no moldeada, lo que añade una nota de solidez al conjunto y demuestra la calidad del material utilizado.


La pluma estaba muy bien presentada, en una caja de simio cuero con un interior textil aterciopelado que esconde la documentación correspondiente.

La pluma es, dentro de su tamaño, muy sobria. Apenas cuenta con el anillo dorado del capuchón, dotado de un sencillo y discreto dibujo geométrico, y un clip de contenido tamaño con el único grabado de una "B". Un discretísimo anillo posterior remata el cuerpo. Todos estos dorados ayudan a resaltar la belleza de la resina multicolor.


El plumín de la Americana es el famoso 18K de Bexley, un enorme plumín bicolor JoWo de extraordinaria calidad y belleza, ajustado personalmente por Howard Levy y que es ligeramente flexible. Escribe perfectamente, con un trazo jugoso y decidido en esta medida M. No obstante, no es tan ancho como sus homólogos europeos y no tan suave, de manera que permite sentir el papel pero siempre sin rascar.

El sistema de carga es a través de cartucho/convertidor, una concesión de Bexley a la modernidad. El funcionamiento del conjunto es perfecto.

La esritura con la Americana es comodísima, primero por su tamaño y luego por su inteligente diseño que permite diversos agarres y sutiles variaciones de forma que se adaptan a cada tamaño de mano y a cada manera de escribir. Y además, la pluma no solo es bella, sino fuerte y resistente debido al generoso grosor de la resina.

La Americana no era una pluma barata pues rondaba los 400 dólares en la década pasada, Actualmente no se fabrica y resulta difícil de encontrar porque se ha convertido en un modelo muy apreciado, cumpliendo, quizá como se pretendía, la esperanza de convertir a la marca en un nuevo clásico.




Waterman Charleston: Provechosa mIrada atrás.

El avisado lector habrá descubierto a estas alturas que no soy un rendido admirador de la producción moderna de algunas marcas clásicas. Hay productos buenos, productos decentes, pero hay demasiadas plumas banales, anodinas o incluso de dudosa calidad. Hay marcas que viven de su glorioso pasado pero también hay modelos que echan la vista atrás para recuperar alguno de aquellos viejos valores que las hicieron ser lo que fueron y que aún pretenden recuperar.

La gama actual de Waterman, salvo pocas excepciones, no resulta especialmente atractiva. Pero hay una pluma que destaca sobre las demás y no es ni la más cara ni la más original. Es, precisamente, la más clásica y se llama Charleston.

Se trata de una estilográfica que homenajea a los años 20 en que reinó el estilo Art Deco. La Charleston se ha inspirado en un verdadero mito de Waterman: la Hundred Year Pen de 1939 diseñada por John Vassos.



(Wateman Hundred Year Pen. foto: rick conner)

La Hundred Year Pen fue la primera pluma fabricada en una resina que se llamó lucita y competía contra pesos pesados de la competencia como la Parker 51, la Sheaffer Triumph o la Eversharp Skyline. No tuvo el éxito de éstas pero fue muy apreciada por los usuarios gracias a su belleza, su eficaz sistema de carga por palanca y su fiabilidad de la que es buen indicio la garantía de 100 años que ofrecía la marca y de la que se derivó su nombre comercial.


La moderna Charleston es una versión actualizada de aquella fabulosa pluma y Waterman no lo ha hecho nada mal. No tiene el sistema de carga por palanca, claro, ni el enorme y fantástico plumín de la HYP, pero es una pluma seria, decente, muy bella y con un desempeño excepcional.


Se trata de una estilográfica de tamaño contenido, 132 mm. muy equilibrados. Es ligera pero no tanto como para no sentir su peso, notable por contener piezas interiores metálicas que aportan solidez y resistencia al conjunto.


Las formas de la pluma son muy similares a las de la HYP, modernizadas con la adición de un clip mucho más actual y de gran calidad, rematado en su parte superior por el logo de la marca. El mayor grosor  de la Charleston se encuentra en el capuchón y en la parte central del cuerpo; a partir de ahí el grosor se reduce hacia los extremos consiguiendo una línea muy fluida y elegante. 


La combinación de la resina negra y los detalles rodiados contribuyen a prestar al conjunto una presencia extraordinariamente refinada y sutil. El detalle más significativo de la pluma es su triple anillo central, en cuya parte más ancha aparece grabado los nombres "Waterman" y "France", enmarcados por una greca doble.


El plumín es de una suavidad extraordinaria. Su funcionamiento es óptimo, suave, delicado y con un trazo perfecto, sin titubeos ni cortes de flujo. Está grabado con un elegante dibujo art decó y el hexágono con el logo de la marca. Es un plumín de oro de 18K cuyo único defecto es su pequeño tamaño. Si este plumín tuviera el tamaño del de la antigua HYP, estaríamos ante una pieza única. Sin embargo, sus pequeñas dimensiones, aunque no afectan a su magnífico desempeño, quitan prestancia a la pluma y la convierten en una pieza mucho más sencilla de lo que sería con un plumín mayor y de lo que, en realidad, merece la calidad general del instrumento.


La Charleston es una pluma poco conocida aunque, a mi juicio, es la pluma más hermosa de la actual gama de Waterman. Pese a su pequeño plumín, es una soberbia recreación de una pluma clásica, una mirada atrás que actualiza perfectamente una estética intemporal y que escribe extraordinariamente bien. Casi escondida en el catálogo de Waterman, la Charleston es, probablemente, una pluma que echaremos de menos cuando deje de fabricarse. Por un justo precio aproximado de 130 euros, esta dignísima revisión de un clásico es todo un acierto.

Inoxcrom Caravel 1920. Sangre española.

Inoxcrom es una empresa española que fabricó plumas desde 1953 hasta la actualidad si bien la empresa ha sufrido graves vicisitudes que hoy la han convertido en apenas una marca comercial.

Inoxcrom se fijó, desde el comienzo, en la pluma americana que se había convertido por entonces en el símbolo de la calidad y la representación: Parker.  El primer modelo de Inoxcrom, que entonces se llamaba Industrial Mava (por Manuel Vaqué, su fundador) , fue una imitación de la Parker 21 que por entonces era el modelo más popular de la empresa norteamericana. La pluma se llamó "Inoxcrom 41" y fue un éxito que más adelante ratificó la siguiente "Inoxcrom 55", uno de los modelos más importantes en la historia de la marca. Hasta 1985, todos los modelos de la marca seguían mostrando su deuda estética con las Parker 21 y 51. A partir de entonces, las cosas cambiaron y aparecieron nuevos diseños con nuevos materiales.


La Caravel fue un modelo que Inoxcrom presentó en el año 1992, en que los modelos en boga ya no eran los clásicos americanos sino los alemanes que lideraba Montblanc. La Caravel se fabricó en dos formatos, uno más grande, de 148 mm de largo, y otro más pequeño, parecido a la Montblanc 144.

La Caravel I, que es la que aquí se muestra, es una pluma de resina de calidad con plumín de acero y carga de cartucho/convertidor. Sus formas son similares a la Montblanc 146 y otras plumas en forma de torpedo de la época, pero la supera en tamaño y no es fácil confundirse aunque todas tengan un estilo muy similar. La española, por otro lado, está perfectamente identificada con su propia marca y otros detalles autónomos. Los dorados están chapados en oro.


La Caravel es una pluma con una relación calidad-precio muy favorable pese a lo cual no se fabricó durante mucho tiempo. Suele decirse que Montblanc interpuso una demanda contra Inoxcrom en defensa de su diseño y que esta fue la causa de que la marca española desistiese de seguir fabricándola. No he encontrado datos fiables de esta afirmación y, además, dudo mucho de que existiera pues a la sazón había muchas otras plumas con diseños similares sin que se conozca acción legal alguna de Montblanc contra ellas. De  hecho, los dos modelos de la Caravel parecen desmentir la existencia de demanda alguna. Es posible que hubiera conversaciones o apercibimientos pero no demanda. El motivo por el que la Caravel dejó de producirse permanece en el misterio.


También en el misterio permanece la extraña cifra "1920" que aparece grabada en el anillo del capuchón y en el plumín, fecha que no coincide con ninguna efeméride conocida o aplicable al modelo y que sin embargo es una de sus señas de identidad.


El plumín de la Caravel es otra. Se trata de una pieza de acero bicolor de gran tamaño que Inoxcrom fabricaba por sí misma y que utilizó en otros modelos. Se caracteriza por sus formidables cualidades funcionales. En él aparece grabada la fecha 1920 junto con las palabras "1st qual", la letra que marca el tamaño del punto y la esbelta carabela que da nombre a la pluma. Junto con su gran alimentador, produce un trazo impecable y seguro, digno de conjuntos de categoría superior. Las Inoxcrom, y no solo la Caravel, son famosas por su magnífico desempeño pese a ser plumas modestas.


Con el paso de los años y en gran parte debido a su escasez, la Caravel se ha ido convirtiendo en uno de los modelos más buscados y deseados de Inoxcrom. Fue, ciertamente, la pluma que supuso el primer gran paso hacia la nueva era de Inoxcrom, esa que acabó, en realidad, con la propia existencia de la empresa tal y como la habíamos conocido. La primera marca española, que había inundado el mundo con productos de calidad, siguió el destino de tantas otras y acabó dedicándose al mercado institucional. Su línea de estilográficas clásicas de calidad acabó por desaparecer en el marasmo de la publicidad, un mercado del que no llegó a salir. Hoy, sus famosos modelos antiguos, junto con las más modernas Caravel, Corintian y Wall Street, por nombrar algunas de las más famosas, forman parte de la historia de la estilográfica.