lunes, 29 de junio de 2015

Hero 100 Flighter: Buena, Bonita y Barata.

Nada menos que en 1958, la compañía china Huafu Pen Factory -que luego vino en llamarse Hero- quiso mejorar la pluma que estaba revolucionando el mercado por aquellos tiempos: la Parker 51. 

Hero no quería copiar a la americana, sino superarla, y se fijó en la entonces novedosa Flighter, una pluma que había sido un hito en el diseño y que había adquirido gran fama por su calidad y resistencia. Por tanto, el objetivo era construir una pluma de acero que pudiese competir con la original. 

Las primeras 100 tenían un plumín de oro de 12K, aunque pronto pasaron a fabricarse de 14K. Aunque no sea un hecho muy conocido, se trata de un plumín de enorme calidad y gran rendimiento, que poco tiene que envidiar a los Parker.


Desde su salida al mercado y hasta nuestros días, la Hero 100 es, sin duda, la gran reina de la vasta familia de plumas inspiradas en la Parker 51 que, además de Hero, fabricaron numeroso fabricantes chinos como Winsung que, a su vez, pretendía competir con la Hero.


La calidad de la Hero 100 ha sido hasta ahora proverbial y mi experiencia con ella lo corrobora íntegramente. Es una pluma seria, muy bien fabricada y con detalles de diseño que incluso mejoran a la Parker 51 como que el cuerpo se compone de dos camisas: la exterior de acero cepillado y otra interior de plástico que añade consistencia, aislamiento y seguridad al conjunto. Además, la rosca de la boquilla es enteramente metálica, muy bien manufacturada, aportando gran duración y precisión. Finalmente, el sistema de alimentación, aerométrico, está cubierto por una funda metálica de gran calidad. No hay constancia, en cambio, de que la Hero tenga las mismas características de resistencia a la presión barométrica que la Parker original. 


Hay otra nota algo menos positiva:  se dice que el plástico de la boquilla ha ido cediendo en calidad respecto del original aunque no es fácil apreciarlo a simple vista. Pero también es cierto que la pluma ha sido objeto de numerosas copias con lo que cabe la posibilidad de achacar a las falsificaciones defectos de los que carece la original. Conviene adquirir la pluma de vendedores de confianza.


La pluma es extrardinariamente bella; limpia de líneas, con remates tronconónicos muy elegantes y visualmente nada intrusivos y un asombroso nivel de acabado del acero y en sus detalles constructivos. No hay nada que se le pueda reprochar.


La Hero 100 es una pluma de tamaño mediano, 140 mm de largo por 11 mm de diámetro máximo. Es ligera pues pesa 22 gramos con capuchón y 19 sin él. 


La pluma está muy bien equilibrada. Muy confortable durante su uso. El plumín, de oro de 14K, escribe con una gran precisión y deposita sobre el papel una línea continua, húmeda e invariable que satisface permanentemente al usuario. Como todos los plumines carenados, resulta bastante duro, lo cual permite usar la pluma con una buena presión, para escribir con calco, por ejemplo.  La combinación de un plumín incansable como éste y el contenido tamaño de la pluma, permiten escribir con ella durante mucho tiempo sin acusar cansancio.


Hay versiones en plástico de la Hero 100, más ligeras y baratas, y también con plumín de acero,  pero la Flighter con plumín de oro se ha convertido en un clásico que aúna la belleza de su diseño con la eficacia de su funcionamiento y, sobre todo, con un ajustadísimo precio para una estilográfica con plumín de oro: alrededor de 30 euros en internet. No es una pluma conocida pero cualquiera que la adquiera resultará gratísimamente sorprendido por esta humilde pero virtuosa oriental.



jueves, 25 de junio de 2015

La salvación de las tiendas tradicionales. 10 Ideas.

Cada vez que cierra una tienda de estilográficas, siento un cierto escalofrío. Sucede a menudo y, especialmente, con proyectos nuevos que pretenden renovar la imagen tradicional de las viejas papelerías para convertirse en nuevos centros de interés para estilófilos.

Ya hemos tenido ocasión de tratar los problemas que, a mi juicio, derivan de la globalización del mercado y del ajuste internacional de precios. Ello afecta a las tiendas físicas, ciertamente, pero, más allá de los problemas, me pregunto ahora si existe algún secreto que pueda salvarlas del abandono definitivo. Dicho de otra manera, si su declive y caída son tan irremediables como la muerte de los viejos oficios o, por el contrario, existe alguna esperanza. Y creo que la respuesta a esta última cuestión es afirmativa.


Los viejos oficios desaparecen porque se extingue la actividad económica que los sustenta. En la era de los termos y del hielo, es difícil vender botijos, y ante recipientes de plástico o de vidrio, carecen de sentido los hojalateros. Pero sigue habiendo cerámica especializada y objetos ornamentales de chapa. Lo mismo ocurre con las estilográficas. Han perdido muchas de sus cualidades  prácticas, pero subsiste su interés económico para dos grandes sectores: los aficionados y los coleccionistas (si es que ambos no son lo mismo).


Este es, precisamente, el nicho de mercado que las tiendas deben cubrir y no precisamente con precios oficiales ni con pura intermediación sino aportando eso que los economistas hace mucho tiempo que han descubierto como justificante ontológico de ciertos productos y, en gran medida, de sus precios: el valor añadido.


Cuál sea este valor es cuestión peliaguda. No sé otros, pero yo sí sé qué es lo que me gustaría encontrar en una tienda y voy a hacer -totalmente gratis- un breve resumen de ello por si alguien, algún día, decide acometer un proyecto en este campo.

1.- Me gusta hablar con un vendedor que sepa de plumas, por lo menos, lo mismo que yo. Es desolador comprobar que algunos dependientes ignoran aspectos esenciales de lo que tienen entre manos. Esto no transmite confianza.

2.- Me gusta que el vendedor sienta por las estilográficas el mismo entusiasmo que yo. Un buen pedagogo o un buen vendedor, lo son porque transmiten a los que les rodean el amor que sienten por algo.

3.- Me gusta que me sepan dar consejos adecuados para tomar decisiones correctas. No debería ser necesario acudir siempre a internet; una buena tienda podría hacer lo mismo con mayores garantías.

4.- Me gusta que me solucionen problemas que yo no soy capaz de resolver. No necesito un servicio técnico que remita mi pluma a las Chimbambas Occidentales y la tenga allí durante meses. Necesito una solución rápida, correcta, profesional y asequible.

5.- Me gusta poder hacer cosas que no puedo hacer en la red: ver, tocar, probar, comparar, perder tiempo hablando con alguien que me entiende...

6.-  Me gusta encontrarme en un ambiente amigable. Los estilófilos pertenecemos a una gran familia con gustos similares e intereses compartidos. Una tienda debería ser un lugar de encuentro en el que uno no se sienta como un cliente, sino como un amigo que comparte una misma afición.

7.- Quiero pagar precios justos. No me importa pagar  más que en eBay  si, a cambio, recibo algo que ahí no consigo. Pero me resisto a pagar el doble sin obtener ninguna otra ventaja.

8.- Quiero encontrar cosas que no haya en otro lado. Modelos difíciles o agotados, colores originales, plumas a medida, cambio de plumines...

9.- Me gusta recibir todo tipo de información. Pero no comercial, sino profunda, con fundamento; de un profesional que sabe de estilográficas y que puede darme datos históricos o técnicos que a mí me costaría mucho conseguir o que no podría hacerlo en absoluto.

10.- Me gusta que me ahorren trabajo. Que se hagan comparativas, análisis, estudios a fondo, críticas, pruebas y que todo eso esté a mi disposición cuando lo necesite.

Si hay tiendas así (que las hay) no creo que corran peligro de desaparecer.

miércoles, 24 de junio de 2015

Cross Townsend Medalist: la Sólida Consistencia de un Clásico

Hasta los años 80 del pasado siglo, la vieja compañía norteamericana Cross no había fabricado apenas plumas estilográficas. Lo había hecho circunstancialmente en los años 30 pero su entrada decidida en el mercado fue 50 años después.

A principios de la década de los años 90 del pasado siglo, Cross puso en el mercado una estilográfica que pretendía ser el máximo exponente de su gama, su buque insignia, y en ella concentró su conocimiento y estilo.

Así nació la Townsend, llamada así en honor al segundo nombre de su fundador Alonzo Townsend Cross. La pluma era heredera de la tradición estética de la casa, líneas rectas, capuchón grande pero muy armónico, en forma de cúpula estilizada en su parte superior y elegantes remates en el cono truncado. La pluma era, además, de buen tamaño, como correspondía a su vocación de gama superior.


Desde entonces hasta hoy, la Cross Townsend ha aparecido en multitud de acabados siguiendo, en cierta medida, el ejemplo de Parker y sus producciones, ofreciendo al comprador la misma pluma en infinidad de terminaciones para adaptarse a sus gustos cualquiera que estos fueran.


Uno de los primeros acabados, el que resultaba más asequible por carecer de plumín de oro, era el Medalist. Se trata de una pluma exactamente igual a las restantes pero cromada y con el plumín de acero dorado.



El verdadero fabricante de los plumines Cross ha sido motivo de algunas leyendas. Hay quien dice -Mike Matsuyama, por ejemplo- que durante no poco tiempo los fabricó Pîlot lo que añade un nuevo valor a estas piezas.


La pluma es muy sencilla estéticamente aunque su gran tamaño y consistencia, al ser totalmente metálica, le dan un empaque característico. En la mano se siente poderosa y sólida; el acabado cromado brilla entre los dedos con inusitada belleza y el conjunto, en general, resulta ser una pluma imponente. La escritura con ella es la correspondiente a un instrumento pesado; no llega a cansar, pero no es la estilográfica idónea para escribir mucho tiempo seguido.


Su  pureza de líneas la convierte en una pluma adaptada a cualquier uso, sin estridencias ni notas estéticas chillonas. Los detalles de la marca están sutilmente grabados.


El característico capuchón Cross de doble labio se inserta a presión aunque lo hace con gran seguridad.No hay riesgo de que se suelte. Su remate superior es también típico de la marca, en forma de bala truncada con un anillo negro.


El plumín, de acero, es muy rígido pero escribe perfectamente. Su desempeño es intachable: buen flujo, líneas ininterrumpidas y jugosas, arranque instantáneo... si lo ha fabricado Pilot, es digno de esta marca. Está adornado sobriamente con algunas líneas en trama y el nombre del fabricante.




La alimentación se hace con el típico cartucho o alimentador específico de Cross, de no mucha capacidad. No admite cartuchos universales.


La Townsend es una gran pluma. Algo anodina pero muy elegante y con presencia. Es, además, sorprendentemente asequible, pues una Medallista puede costar entre 80 y 100 euros en internet. Justo precio para el producto de una marca que comenzó en Providence en 1846






domingo, 21 de junio de 2015

Pilot M90: El plumín absoluto.

Ya hemos hablado aquí de la mítica Parker T1 y de su directas herederas, las Pilot Myu y Murex. Han sido éstas las únicas estilográficas -junto con la propia Falcon de Parker- cuyo diseño creó una forma única en la que el plumín y la boquilla formaban una sola pieza. La extraordinaria belleza de esta solución ha convertido estas plumas en objetos de deseo y colección entre los aficionados, alcanzando algunos modelos asombrosos precios de venta.

La idea de estas plumas consiste, en realidad,  en reproducir uno de los más antiguos instrumentos de escritura: la pluma de ave. Como ella, estos modelos consisten en una sola pieza que hace las veces de extremo de salida (plumín) y boquilla (elemento de sujeción).


Las plumas de ave, utilizadas durante siglos, tenían dos inconvenientes elementales. Por un lado, que carecían de depósito lo que obligaba a mojarla en tinta cada pocas letras. El segundo, era el desgaste del extremo con el que se escribía.



Esto último, obligaba a recortar cada poco la punta dándole nueva forma con acanaladura y, para ello, el usuario se servía del llamado "cortaplumas" nombre que se ha conservado para describir navajas pequeñas de bolsillo.

(foto:victoriamuseum.com)

Pese a sus inconventientes, las plumas de ave resultaban extraordinariamente gráciles y elegantes. Escribir con pluma de ave es ejercitar un viejo arte que obliga a paladear del tiempo de manera muy diferente.

 La aparición de la estilográfica, y antes el plumín independiente de acero, hicieron que el instrumento se complicase y que las diversas partes que lo constituían tuvieran que ensamblarse con más o menos elegancia para resultar funcionales.


(foto: hopshopbop)

El experimento estético que lideraron la T1 y la Myu, recuperaba la elegantísima línea continua de las plumas de ave en las que el plumín y el cuerpo de la pluma forman un todo. Claro que la idea presentaba sus inconvenientes siendo el mayor de ellos el hecho de que cualquier daño en el plumín hacía que toda la pluma resultara inservible.

(foto: ulugtekin.com)

No obstante, dado el poco éxito de la idea, los ejemplares fabricados han terminado por convertirse en objetos enormemente deseados por los coleccionistas. La idea podía no ser muy práctica, pero los aficionados superior apreciaron sus enormes cualidades estéticas.


La M90 es la version moderna de la Pilot Myu y, como ella, presenta las purísimas y claras líneas de un diseño difícilmente igualable en cuanto a sus valores estéticos.  La limpieza de líneas de las plumas de ave se ve aquí realzada por el acero cepillado y la funcionalidad de una estilográfica moderna.


La diferencia más apreciable entre la Myu y la M90 es la piedra azul que brilla en el extremo del capuchón y que la pluma original no tenía. Por lo demás, las plumas son esencialmente idénticas.


Siendo una pocket pen, la pluma es de pequeño tamaño cuando está cerrada, pero con el capuchón colocado, la estilográfica adquiere un tamaño perfectamente funcional, facilitando una escritura fácil y cómoda.





Además, las líneas de la pluma en posición de escribir son tan puras y limpias como las de la parte inferior con la boquilla y el plumín unidos.


Lo que más resalta estéticamente de la M90 es su plumín integral de manera que todo el instrumento gira en torno a este elemento;  la estilográfica aparece como una una pieza única en la que todo el interés de quien la contempla se dirige forzosamente hacia éste extremo. Lo singular no es, pues,  el plumín en sí mismo sin que toda la pluma parece un enorme plumín.


El acertadísimo y hermoso diseño de la M90 ha convertida esta pluma en un objeto muy deseado cuyo precio, como es lógico, ha ido subiendo con el tiempo. Encontrarla nueva es cada vez más difícil y, en tal caso, lo que hay que pagar por ella es aún más.


Con todo, la M90 satisfará con creces al aficionado que la adquiera pues es una pluma absolutamente singular. Una reliquia de una época superada que los arriesgados diseñadores de mediados del siglo pasado decidieron homenajear.




miércoles, 17 de junio de 2015

Uni Kuru Toga: la ruleta mecánica

Hoy voy a examinar un lapicero asombroso; uno que soluciona el viejísimo problema del desgaste irregular de la mina a medida que se escribe. Otra solución copernicana de la industria japonesa.

Cuando el usuario de un lapicero o un portaminas escribe, advierte enseguida que la punta se desgasta irregularmente y que necesita girar el instrumento cada poco tiempo a fin de conseguir un extremo más afilado.


La japonesa Mitsubitshi decidió que, en lugar de que el usuario girase el instrumento, sería mucho mejor que fuera el propio lapicero el que llevara a cabo esta operación y, así, creó un asombroso portaminas con un mecanismo interior que hacía girar la mina al tiempo que se escribe con ella.


El lapicero Kuru Toga dispone de una rueda dentada interior que hace girar la mina a medida que se escribe y, además, cada vez que el portaminas se separa del papel, se acciona un embrague que proporciona un giro aún mayor.


Todo esto da como resultado un desgaste absolutamente uniforme de la mina y por tanto, libera al usuario de la tediosa tarea de girar el lápiz cada poco tiempo.


Una punta de lápiz afilada y de línea constante es uno de esos viejos mitos que solo hoy ha conseguido resolver el ingenio japonés para satisfacción y comodidad del usuario.


Ya sea para el mero escritor con lápiz hasta para el dibujante, el sistema Kuru-Toga resulta una magnífica solución.


Los Kuru-Toga se pueden encontrar en diversos modelos, desde los 5 euros aproximadamente de los más sencillos hasta versiones metálicas por unos 15.

martes, 16 de junio de 2015

Pelikan M1000 Maki-e: Una obra de arte dentro de una obra maestra

Pocas veces es posible rematar el análisis de una pluma extraordinaria con un complemento que la supere. La estilográfica que aquí se presenta es la misma que hemos visto en la entrada anterior pero es mucho más.

Hace ya algunos años que Pelikan dio un giro hacia oriente para elaborar sus ediciones limitadas. Hoy, las plumas más lujosas, caras y extraordinarias de la marca alemana son, precisamente, sus ediciones maki-e.

Y lo que hace Pelikan está muy bien hecho. No cuenta con artistas externos sino con su propio taller, o kokokai, dirigido por maestros en plantilla. La casa diseña sus planes a largo plazo, escoge cuidadosamente los motivos, elabora los diseños y dirige todo el proceso. El resultado de todo ello es una de las colecciones maki-e más importantes del mundo.

Por si fuera poco, las producciones de Pelikan se elaboran sobre la base de plumas soberbias como la M1000 Souverän dando como resultado obras de arte pintadas sobre obras maestras de la escritura.


La pluma que aquí se presenta es una de las dos correspondientes al año 2.014: Gran Ola a la Orilla del Mar. Su autor es el gran Shozo Nakamura que, a su vez, se ha inspirado en el celebérrimo cuadro La Gran Ola del pintor  Hokusai Katsushika.

Veamos una selección fotográfica que permita al curioso lector disfrutar de esta fabulosa pieza.


La belleza de esta pluma es impresionante.


Se trata de una edición de 88 piezas para todo el mundo.


La pluma está llena de delicadísimos detalles como los pájaros volando sobre el mar.


O las cometas en la playa.


El motivo central es, como se ha dicho, la gran ola en un exquisito taka maki-e con sutiles matices de diversos colores.




La pluma está llena de otros detalles fascinantes. Adviértase el salpicado en raden.


La ola salpica cuando rompe sobre la playa.


El artista no solo ha utilizado las mejores técnicas de  maki-e sino también la cáscara de huevo para ciertos detalles cautivadores como la cima del Monte Fuji.


El capuchón es un complemento magnifico al tema principal que aparece en el cuerpo.


Hasta el extremo superior del capuchón está decorada por el artista.


La firma de Nakamura aparece en la parte superior del cuerpo.


Y aquí aparecen las dos piezas juntas. Una pareja de infarto.



La M1000 maki-e no sólo es una pluma fabulosa en términos mecánicos y funcionales sino que, en esta edición limitada,  lleva consigo una genuina y absolutamente cautivadora obra de arte.

(En esta ocasión, mi amigo Ricardo ha sido especialmente generoso, permitiéndome examinar esta fabulosa pieza para todos los lectores)