martes, 17 de enero de 2017

¿Es bueno "comprar en casa"? Inercias y mitos.

Estoy seguro de que todos los lectores habrán oído alguna vez, sobre todo en boca de un político o de un fabricante,  lo aconsejable que es comprar productos locales antes que de importación. En cuanto ello tiene que ver con la idiosincrasia nacional, los gustos y preferencias de un determinado sector, el estilo propio de un país o una región, nada he de decir. Pero que ello beneficie realmente a la industria, el mercado de trabajo o a la riqueza local, es cosa que merece la pena tratar, aunque sea someramente.

Ante todo, tengamos en cuenta una cosa: en nuestros días, prácticamente ningún producto puede considerarse producido en un sitio determinado. Hasta las manzanas que compramos al agricultor de nuestro pueblo han sido fertilizadas, polinizadas, sulfatadas y envasadas con productos ajenos a la industria local. El coche que orgullosamente creemos alemán, o inglés, contiene piezas fabricadas en medio mundo y la hermosa camisa que exhibe una etiqueta francesa o española ha podido ser fabricado a miles de kilómetros de distancia de estos países.


Recordemos también que el agricultor susodicho cuestión gastará una parte importante de su beneficio en productos de origen totalmente externo, desde la camioneta, el abono y las herramientas que usa para cultivar sus árboles hasta la gasolina que necesita para mover el tractor, los motores, la bomba de riego y calentar su propia granja. Por tanto, es algo ingenuo pensar que el dinero que gastamos en esas manzanas va a permanecer en la comunidad.

Pero supongamos que es posible mantener una economía totalmente local, en la que la producción, el gasto y el ahorro, quedan confinados a tal ámbito. Tengamos ahora en cuenta que, a menos que se trate de una economía de subsistencia o de mero trueque, la mayoría del flujo monetario que recibe una comunidad vendrá del exterior.  Y no olvidemos que, si lo que es bueno para unos lo es para otros, todos harán exactamente lo mismo. ¿Cuál sería el resultado?


Es fácil pensar que lo único que le interesa a un fabricante es vender más. Es lo que nos dice la intuición, pero es un error. El beneficio que obtiene un fabricante de plumas no deriva del número de unidades que consigue vender sino de la relación que hay entre el precio y sus costes de producción. De estas dos variables, precio y costo, el fabricante sólo controla la segunda porque el precio lo marca el mercado y la competencia. Cuando una producción está equilibrada, la diferencia entre costo y precio constituye el beneficio. Pero si se altera gravemente alguno de estos factores, por ejemplo, incrementando exponencialmente la producción, los costes se dispararían de manera incontrolada, de modo que los beneficios disminuirían o acabarían por desaparecer. Es lo que se denomina popularmente "morir de éxito".

Lo que el empresario de éxito busca no es solo vender más sino conseguir aquello que se denomina "mínima economía de escala", o "eficiencia de escala"; un punto en el que la relación entre coste y unidad producida, produce el máximo beneficio.  Ello garantiza que toda la producción puede venderse y que el precio que se obtiene permite mantener un margen constante de ganancias. Si la producción se incrementa por encima de este equilibrio, suben geométricamente los costes y los beneficios decrecen, porque los precios no se pueden aumentar a voluntad del fabricante. Hay algunos matices al argumento, pero básicamente, es así como funciona. Por tanto, la decisión de comprar en casa no determina que la producción crezca o que la industria local sea más eficiente, porque eso depende principalmente de los costes.


En cuanto al empleo, pensemos en el número y calidad de los que existen en una comunidad y, a continuación, veamos cuántos de ellos dependen de la industria estrictamente local. En realidad, muchos tienen que ver con la creciente especialización de tareas, típica de la economía moderna. Cuanto más grande es un mercado, mayor especialización habrá. Cuanto más pequeño, menor, y, por tanto, menor productividad. Esto es lógico si pensamos que la fabricación de un producto complejo como, por ejemplo, un carísimo avión, necesita mucha mano de obra especializada, capaz de entender de aviónica, informática, ingeniería, física, química y matemáticas.  Ningún mercado local pequeño construye aviones.

Aunque la demanda de estilográficas creciera exponencialmente en un determinado país, sólo significaría que el dinero se redistribuiría, es decir, que en lugar de gastarse fuera, se gastaría en aquella comunidad. Pero si todos los países hicieran lo mismo, perderíamos clientes en todo el mundo y reduciríamos nuestra capacidad de empleo global. Sin contar con que el empleo no es un factor abstracto sino que una oferta mayor en un cierto sector, significa la pérdida en otro porque los trabajadores irían al primero. Si la oferta de empleo supera la capacidad de una comunidad, provocaría la temida inflación que, a su vez, generaría una reacción al alza de los tipos de interés.



Por tanto, es un mito pensar que si uno compra solo los productos de su comunidad puede, al mismo tiempo, disponer de todos los demás productos que están actualmente a su disposición y, además, al mismo precio. Comprar en casa es lo que se ha hecho durante cientos de años, pero porque ni el transporte ni los medios de comunicación permitían otra cosa. Actualmente, cuando las largas distancias han dejado de ser un obstáculo, hemos descubierto que cooperar con comunidades que están a miles de kilómetros de nuestra casa multiplica nuestro conocimiento, nuestra especialización y permite utilizar economías de escala. Si todos siguiéramos la consigna de comprar en casa y la aplicáramos a todo tipo de productos, perderíamos variedad, calidad y, sobre todo, precio. Seríamos más pobres.

Todo lo anterior no quiere decir que no haya productos locales que merezcan ser desarrollados y comprados. Pero por sus bondades intrínsecas, por su calidad o por su precio, no porque sean de nuestro vecino. Generalmente, temo que cualquier fabricante que apela a su origen y al "compre en casa", intenta simplemente justificar que su producto no es competitivo.


Hay un argumento que suele salir en las conversaciones sobre los productos locales: el sentimental. Y yo me declaro culpable. Estoy seguro de que muchos de mis lectores lo habrán percibido en numerosas entradas que hablan de viejas tiendas, antiguos productos o pasadas glorias estilográficas. Sin embargo, tampoco habrá pasado desapercibida mi opinión favorable a las nuevas tecnologías, los mercados globales y la potencia incontestable de herramientas comerciales como internet a la hora de encontrar el mejor producto al mejor precio. Lo uno no quita lo otro. Siento el cierre de las viejas papelerías pero me parece que la alternativa, es decir, sostenerlas cuando son antieconómicas, es peor.  Como consumidor, espero siempre obtener el mejor producto al menor precio y eso, le guste o no a mi corazón, es lo que determina la inmensa mayoría de mis decisiones de compra.

En resumen y en términos estrictamente de consumo, cuando alguien compra una pluma debería únicamente en pensar cuál es la relación calidad/precio del producto; qué va a conseguir por qué cantidad de dinero. A igualdad de producto, elegirá la de menor precio; a igualdad de precios, elegirá el mejor producto. No me debería importar que el producto venga de China, de Pakistán, de Virginia o de Madrid y, desde luego, no me siento culpable por ello.

Espero no haber sido demasiado aburrido y que los amables lectores sepan disimular mis torpezas.

(todas las imágenes son de uso público)

30 comentarios:

  1. Buenas,
    Como usted bien dice, al final lo que importa es el bolsillo.
    Vivimos en un mundo globalizado, en el que las nacionalidades, no son más que simples nombres, encargados de recordarnos donde hemos nacido, sin embargo, podemos obtener más de una.
    Por tanto, el producto final, al igual que nosotros, no tienen un lugar concreto. (Dicen las malas lenguas que nuestros átomos de carbono vienen del espacio y una vez pertenecieron a un dinosaurios, o varios.)

    Volviendo al tema de mi discurso.
    Buscamos el ahorro, pero, si podemos conseguir "x" estilográfica o producto en la tienda local (aunque valga un poquito más) creo que es razonable comprarlo allí.
    Para empezar, porque el trato humano se agradece.
    Y segundo, porque la diferencia no es insalvable.

    Por último diré un ejemplo propio.
    Todos conocemos grandes almacenes con buenas ofertas (no diré nombres de ninguna tienda para no hacer publicidad) sin embargo, yo, prefiero comprar en una tienda especializada (los precios a veces son hasta más baratos), en la que puedo hablar con los dependientes y en los que el trato es agradable y cordial. Al fin y al cabo, al de la gran compañía tú le das igual, solo quiere que compres el producto. Sin embargo, al de la tienda sí que le importas, porque tú colaboras en su día a día y en su desarrollo como persona y vendedor.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, Bokeron; participo de tu idea que, como sin duda sabrás, he defendido en diversos lugares de este foro. El problema que yo pretendía abordar es algo más complejo y se refiere a las posibles implicaciones y derivas de la industria estilográfica moderna, deslocalizada y multinacional, y cómo eso puede traducirse en medidas de protección que, como bien dices, redundan a la postre en nuestros consumidores bolsillos. Un fuerte abrazo

      Eliminar
  2. Esta entrada me suena a "liberaligsmo" de "Privatizar las empresas públicas rentables y pedir rescate del estado si bienen mal dadas".

    Lo siento y lo respeto como entendido en estilográficas, pero no como teórico económico, no. Por favor dedíquese a eso en este su magnífico blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sinceramente, no me parece oportuno que nadie le diga a Pedro de qué debe o no debe hablar en SU blog, está en su perfecto derecho de abordar los temas que le vengan en gana.

      Puedo estar de acuerdo o no con su opinión, pero la ha expuesto de forma educads, razonada y argumentada, así que no encuentro motivos para mandarlo a callar, y mucho menos en su propia casa y de forma anónima, me parece una falta de respeto.

      Creo que en forocoches también hay hilos que tratan de estilográficas, y están mucho más en línea con su forma de pensar y actuar.

      Un saludo

      Eliminar
    2. Completamente de acuerdo, Alfonso.

      Un saludo.

      Eliminar
    3. Este blog tiene por gala la absoluta libertad que tienen sus participantes de intervenir y contrastar sus opiniones y criterios. Todos son respetables incluso la de quien no está de acuerdo con alguna, o varias, de sus entradas. Yo, desde luego, soy decidido partidario de aceptar cualquier opinión aunque, como parece lógico, deba ser yo mismo el que dirija el contenido y la orientación de aquéllas. Por tanto, agradezco su comentario aunque me veo obligado a desatender su amable consejo. Este es un foro abierto y caben todo tipo de opiniones, incluso las mías. Un cordial saludo

      Eliminar
    4. Sobre todo las suyas, Pedro. Pues no faltaba más que eso. En cuanto a sus conocimientos sobre economía creo que a nuestro querido anónimo le vendría bien repasar alguna entrada antigua en la que queda sobradamente demostrado que no habla usted a tontas y a locas.
      Un saludo y le alabo el gusto por su bien ponderada respuesta a tan poco pertinente comentario.

      Eliminar
    5. Quise decir Economía. Me he percatado al leer el comentario de JuanZevis.

      Eliminar
    6. Gracias Joker, es un placer saludarte! un fuerte abrazo

      Eliminar
  3. Estimado Pedro:

    La explicación que haces es clara. Se podrá estar o no de acuerdo, pero lo planteas (desde mi humilde opinión) con claridad. Luego allá cada uno con su forma de pensar.
    Incluso hay quién el verbo "venir" lo escribe desde su Anonimato con "b" de "liberaligsmo" y todo ello con notas de demagógico keynesianismo.
    Ya llevo bastantes años en aulas de facultades de Economía (a los dos lados de la mesa del profesor) y he escuchado (y a veces oído sin escuchar) muchas historias de profetas del intervencionismo y de otros de todo lo contrario.
    Todo el mundo puede opinar de plumas o de lo que quiera con respeto.
    A todo esto me he comprado (estoy a la espera que me la traigan en la tienda de la esquina por más del doble de lo que vale en el pueblo de al lado ya que entre todos hemos de mantener los pequeños negocios, sea como sea) una Sailor Pro Gear II.
    Un saludo a todos los lectores y muchas gracias a don Pedro por los buenos ratos y lo mucho que aprendo de todo.
    Juan Martínez

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu amable comentario, amigo Juan. Lamento ser causa de algún desencuentro, aunque sea leve; no era mi intención éa sino poner sobre la mesa algunos principios económicos básicos que ayudaran a entender, en la medida de lo posible, algunos de los fenómenos a los que asistimos hoy en día y que hace, por ejemplo, que la misma pluma valga una cantidad aquí y otra completamente diferente en otra parte del mundo. Como es un fenómenos que se repite y muchos me preguntan al respecto, se me ocurrió esta idea que, a lo que se ve, ha resultado más polémica de lo esperado. Un fuerte abrazo

      Eliminar
    2. Pedro:

      Tú nunca eres causa de desencuentro. Tú tienes un bloc y opinas con educación y respeto sobre un tema. Tienes tu opinión y la expones respetuosamente. Estoy de acuerdo en lo que ha dicho Alfonso hoy a las 13:42.
      Un fuerte abrazo y "no hagas caso de "mediosdias" habiendo días enteros"
      Tu amigo, Juan.

      Eliminar
    3. Muchas gracias Juan, tus palabras constituyen una gran satisfacción para mí. Un abrazo, amigo mío.

      Eliminar
  4. Si y no, en términos agregados es bastante probable que aumente la riqueza global, pero hay un serio problema con el reparto y la desigualdad. Si yo soy un obrero de una fábrica, ¿de qué me sirve que mi empresa se vaya a Bangladesh y gane mucho más dinero si yo me quedo en la calle sin ingresos?.

    Los liberales hablan de que esa mayor riqueza terminará permeando a todos los niveles de la sociedad, algo que, además de discutible, de producirse sería un proceso lento. De nuevo explíquele al operario que se ha quedado en paro que no debe preocuparse que, aunque hoy no pueda comer ni pagar la hipoteca, en unos lustros se beneficiará de las bondades del libre comercio.

    Ya ni siquiera puede asumirse automáticamente que esos mayores beneficios de la empresa se traducirán en una mayor recaudación de impuestos que puedan dar soporte a los «damnificados». Esa empresa que se ha ido a fabricar a Bangladesh, de forma totalmente legal podrá declarar una pequeña parte de sus ingresos en Irlanda y el resto desviarlo a una filial en Barbados, con lo que su país de origen apenas recibirá un céntimo.

    Además está el evidente problema ético que supone permitir vender en tu territorio productos que se fabrican sin cumplir tu propia legislación laboral y en condiciones denigrantes de semiesclavitud.

    Que si, que a todos nos gusta comprar productos buenos, bonitos y baratos, pero a veces deberíamos pararnos a pensar en las consecuencias que tendrá a medio y largo plazo.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Realmente me estoy refiriendo más a la producción que a la comercialización, pero al final es un pez que se muerde la cola

      Eliminar
    2. Gracias por tu comentario, querido Alfonso; tus reflexiones son muy valiosas y pertinentes. Un fuerte abrazo

      Eliminar
    3. Ignorar todo esto de momento ha conducido a la aparición de un personaje como Trump, a la salida de UK de la Unión y a que Lepen pueda ganar las presidenciales en Francia, según las encuestas no tiene ninguna posibilidad, pero ya sabemos cómo funcionan las encuestas para estas cosas.

      Eliminar
  5. Hola Pedro.
    Lo primero te felicito por la valentía de tu artículo. Incitar al debate es muy sano, y dar una opinión, arriesgado. Suerte que este reducto que has creado tiene una clientela muy diferente del tweeterismo incendiario.
    Según leía tu punto de vista me asaltaban dos dudas que comparto con Alfonso: Regulaciones diferentes en distintos lugares del mundo tanto en lo tributario como en lo laboral.
    Tener a un gobierno totalitario garante de la producción es el sueño de una economía de libre mercado. Apagar una huelga en Foxcomm al estilo Tiananmen resulta muy bueno para el que diseña en California, pero para no tanto para el trabajador.
    Y valerte de la jugada de pasar todo el beneficio a tu matriz europea sita en Irlanda para tener la empresa nacional casi a cero de beneficio.... Es lícito, y seguramente todos lo haríamos si fuera nuestro dinero y pudiéramos. Pero no es bonito.
    La economía es complejísima y tiene tantos caminos derivados que resulta excepcionalmente difícil hacer explicaciones de bueno o malo. Todo tiene sus inconvenientes, y así entiendo tu artículo.
    De hecho, el corolario es perfectamente válido. Todos miramos el producto final, su coste y su valor. Y muy pocos añaden cosas emocionales y/o solidarias a sus argumentos de compra.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Rafael, por tu agudo comentario. En efecto, la economía siempre tiene luces y sombras. Hay muchas cosas que son discutibles y otras que permanecen en el terreno de la teoría porque hay pocos ejemplos empíricos o, al menos, co la necesaria pureza. Por eso se tata de una ciencia "casi" tan apasionante como la estilofilia. Un fuerte abrazo

      Eliminar
  6. Yo, que llevo menos de un mes empapándome de su espléndido blog (todavía no he llegado a leer todas las entradas), también le felicito por tratar en este blog temas tan controvertidos y complejos. Se puede estar o no de acuerdo con su exposición pero la misma es clara y argumentada.

    Dejando a un lado los temas éticos referidos a los medios de producción, sí que quería hacer una observación sobre la comercialización, ya sea en los comercios tradicionales o a través de internet. La diferencia de precio aumenta exponencialmente entre internet y los comercios tradicionales en cuanto superamos determinados umbrales de precios. Así, en las estilográficas hasta unos 50 €, la diferencia entre adquirirla en un comercio tradicional y una tienda física, suele ser mínima, cuando no incluso favorable en la última. Incluso en el caso de marcas como TWSBI, en el que los precios son más favorables en otros mercados, el coste del envío suele equilibrar el precio. A partir de ahí, según se va elevando el precio, la diferencia a favor del comercio electrónico (generalmente fuera de España) suele resultar determinante en muchos casos. No digamos ya en el caso de las japonesas, que en España y, en general, en Europa duplican directamente los precios que se pueden obtener en vendedores del país de producción.
    Un saludo y enhorabuena por su blog. Es un placer seguirle y poder leer tan amenos artículos.

    Daniel Donado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por sus amables palabras, amigo Daniel. La cuestión da para mucho más que lo aquí someramente tratado y, en efecto, hay otros problemas como los aranceles, los costes de distribución y los regímenes de distribución. Todo ello afecto enormemente a los precios finales, como muy bien dice Vd. Espero que podamos seguir tratando estas apasionantes cuestiones. Reciba un cordial saludo

      Eliminar
  7. Aunque lego en Economía (sí, la mayúscula la he puesto yo y no el corrector automático), uno gusta de comprar plumas, acostumbra mirar por su propia economía (está vez con minúscula) y ... tiene una irrenunciable cuota de sensibilidad social.
    Así es que me ha venido muy bien su muy didáctico apunte, amigo Pedro, para entender mejor algunas perplejidades, dudas y vacilaciones a la hora de equilibrar corazón, bolsillo y cabeza (que, como es sabido, se sitúan respectivamente a la izquierda, a la derecha y en el centro).
    Y sobre algunos polemistas, sólo diré que se identifican más por sus formas y estilo que por lo que escriben; ladran, luego cabalgamos.
    Gracias, maestro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras, querido Juan. Me alegra ser útil compartiendo ideas que, a la postre, es la razón de ser de este lugar. Como ya he dicho, lo mejor de esta casa son sus clientes. Un fuerte abrazo

      Eliminar
  8. Antes de todo agradecer a Pedro su interesante Blog y también a todos los participantes por sus acertados comentarios. Por el tono de la entrada deduzco que el autor tiene formación en economía y ahora entiendo como en sus comentarios sobre los precios de las plumas nos ofrece cifras muy ventajosas encontradas en el cibercosmos( no se vaya a la cibertumba sin desvelar sus fuentes). Aunque respeto su principio de libre mercado me atrevo a comentar que curiosamente el país mas liberal del mundo(USA) con su presidente a la cabeza, se declara partidario en defender lo local,y el pais con el gobierno mas proteccionista del mundo (China) se posiciona como adalid y defensor del mercado global, enfín cosas vereis amigo Sancho!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es oro todo lo que reluce, EEUU no está en el top 10 de países con mayor libertad económica.

      https://amp.elmundo.es/economia/2016/04/19/57152d3822601d29488b464a.html


      Eliminar
    2. Gracias a ti, Luisiko; es un placer tenerte por aquí. Vamos a ver qué nos depara el futuro respecto a USA pero , como dice Alfonso, no es una economía modelo en el puro liberalismo. Como en todo, depende de con quién lo compares, ;-) Un fuerte abrazo, amigo mío

      Eliminar
  9. Estimado Pedro.
    Tanto comentario solo deja claro que el tema ha interesado. En el contexto en que fue escrito yo entendí o creí haber entendido que se trataba de "ayudar" a los consumidores, sin querer buscar el detrimento o perjudicar a la tienda de las esquina del barrio.
    Os contare una anécdota con nombre (nada anónima), que me ha causado "dolor" si es que se puede decir.
    En mi calle solía haber una de las librerías donde podías ir a ver, probar y hablar de estilográficas. La tienda JOMAR, fue sacada de su local en la calle del General Diaz Porlirer junto con una pastelería maravillosa. Entre las dos constituían sitios que se identifican con Madrid. Pero los locales comerciales que ocupaban formaban parte de una esquina que fue reclamada por "otra tienda mas" de una mega empresa de venta de textiles acabados. Por supuesto que todas las tiendas del emporio empresarial textilero siguen al pie de la letra las normas que rigen la economía que Pedro ha expuesto brillantemente en esta entrada. Y los clientes que vendrán a la nueva tienda pueden comprar los productos allí lo mismo que en cualquiera de las miles de tiendas que conforman el conglomerado, y los amantes de las plumas y la atención personalizada perdimos un templo más. Es una visión romántica, que me temo no podemos evitar, porque "la economía es como el agua", se nueve para donde encuentre menos obstáculos.
    En esta entrada, Pedro solo ha querido reflejar con excelente argumentación, esa realidad.
    Yo en lo personal, estoy muy agradecido de la enseñanza obtenida de sus conocimientos y capacidad de trasmitirlos. Tanto como en su otra entrada de los aspectos técnicos del intercambio aire/tinta, o de la capilaridad, etcétera. Recibir ese conocimiento es un privilegio que debemos agradecer, independientemente de que el contenido, nos guste o no.
    Un fuerte abrazo a todos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre es un placer leer tus reflexiones Leonardo. Gracias por tu tiempo, por tu generosidad y por tu buen sentido. Un fortísimo abrazo, amigo mío.

      Eliminar
  10. Releyendo este post con los ojos de hoy, creo que reconocer que algunos factores han cambiado en muy poco tiempo.
    La producción especializada de algunos países ha provocado desabastecimiento en otros por la pandemia.
    Quizás, en adelante algunas empresas volverán a producir localmente para no correr riesgos.
    En el mercado estilófico puede que no se aplique, pero en otros más estratégicos...
    Qué sabe nadie lo que nos deparará el futuro :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como bien dices, una crisis como la presente altera sustancialmente los factores de producción globales. Aún no se sabe cómo reaccionará la oferta pero será interesante ser testigos de todo ello. un cordial saludo

      Eliminar